Undécima entrega de esta serie personal en la que explicamos sin orden de preferencia cuáles son, a juicio de Conrado Xalabarder, las mejores bandas sonoras de la Historia.
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11.- LA NUIT AMÉRICAINE (François Truffaut, 1973). Música: Georges Delerue.
El escritor escribe su novela con la pluma, y el cineasta lo hace con la cámara (François Truffaut)
Adoro la pluma, la cámara y la extraordinaria sensibilidad de François Truffaut, para mí como para tantísima gente uno de los más grandes y exquisitos cineastas de la Historia del Cine y a quien se le debe en buena medida la elevación del cine a la categoría de Arte.
En lo que concierne al uso de la música en su cine sabemos que no fue constante, ni en el modo de emplearla ni en los compositores con los que contó: Georges Delerue fue el más habitual, pero en su filmografía aparecen, aparte de un inicial Jean Constantin o de Vivaldi, otros compositores por etapas: Bernard Herrmann (66-67), Antoine Duhamel (68-70) y la música preexistente de Maurice Jaubert (75-78), mientras que Delerue reinó en tres distintos períodos (60-64, 71-73 y 79-83, fecha de la última película de Truffaut).
La música en las películas puede surgir orgánicamente, ser interna (la música de personajes, por ejemplo) o puede ser externa, aportar una perspectiva que no se vincula al argumento o a los personajes sino generalmente a la visión, posición o emoción del director quien, a través de la música, explica algo a la audiencia. Salvo en sus dos últimas (La femme d’à-côté y Vivement dimanche!) en todas las películas que hizo con Delerue la música fue externa, no orgánica, sino que funcionaba como la voz en off (o incluso segunda voz en off) de Truffaut. Con Herrmann o con Duhamel no sucedió así: eran músicas que procedían de las historias y de sus personajes, pero a Delerue François Truffaut lo convirtió en su pluma y también en su cámara.
Es muy evidente en Jules et Jim (61), donde la música está posicionada en el relato que hace la voz en off (por tanto, es la segunda voz en off que antes comentaba) y es la música de la cámara que observa a los personajes, la mirada de Truffaut. También lo observamos en La peau douce (64) o en Les deux anglaises et le Continent (71), en la que la fusión de la narración en off y música es en sí una obra de arte dentro del arte mayúsculo que es toda la película.
La nuit américaine (73) -cinéma dans le cinéma- le dio a Trufffaut su único Oscar. La película es una declaración a lo grande de apasionado amor al cine, y fue la música de Delerue el modo más contundente con el que Truffaut lo proclamó. Es absolutamente significativo que, tal y como puede recordarse en el vídeo que adjunto, la película arranque con el sonido de una orquesta -la que ha de proveer de música- ensayando. Y como también se muestra, en la famosa conversación telefónica del director con Delerue donde el compositor le permite escuchar su música, Truffaut la emplea para remarcar su amor al cine y para la filmación de la película que está rodando, a la que pertenece esta música en concreto.
La otra gran música es la Grand Choral, el tema principal, la fantástica música con la que Truffaut (sí, Truffaut!!!!) expresa su amor al cine y su respeto a quienes lo hacen posible. El montaje de secuencias que la música armoniza y el final, glorioso, no solo forman parte de los momentos más gloriosos de la Historia del Cine sino también una de las ocasiones más hermosas y poéticas en las que la música es la segunda voz (y pluma y cámara) de un director. Eran tiempos donde se tenía el máximo respeto a la música en el cine.
Películas anteriores: