El lunes 21 de junio tuvo lugar en el incomparable Palau de la Musica de Barcelona -joya modernista, Patrimonio de la Humanidad- el estreno mundial en concierto del Prelude y el europeo del Scherzo para piano y orquesta de John Williams, con la Orquesta Sinfónica del Vallés (OSV) dirigida por Marc Timón. A pesar de su breve duración fue el plato fuerte de un evento donde el compositor catalán incluyó repertorio propio y donde no faltaron temas emblemáticos del legendario Williams. Fueron dos horas de música de muy alto voltaje, con emociones muy diversas, una audiencia muy entregada, un aforo muy concurrido, y pese a algunos errores se cerró con éxito, pero quizás lo mejor fuera que la mayoría de la gente había acudido por John Williams y salió habiendo conocido al compositor Marc Timón.
No conocía la pieza estrella del concierto, el Prelude and Scherzo for Piano and Orchestra, que interpretó al piano con delicadeza Gloria Cheng, venida expresamente desde Los Angeles para participar en ese momento y no en los otros con música de Williams. Hay una grabación de esta obra por Lang Lang (esta), así que cada cual se formará su opinión. La mía es muy positiva, pero mi parecer es irrelevante. Lo que me gustaría compartir son dos opiniones de músicos por los que tengo un alto respeto profesional, personal e intelectual, y que discreparon en el Club MundoBSO sobre esta pieza.
La interpretación que ofrecieron Timón al frente de la orquesta y Gloria Cheng al piano fue mucho más apacible que la grabada por Lang Lang. Hubo cámaras grabando el concierto, sería del todo interesante que se pudiera conocer para hacer la comparación y que debates tan interesantes como el de Pastor y Boscovich se ampliaran. Pero en este concierto con músicas de Williams no ha habido solo músicas de Williams (la mencionada y el repertorio clásico de Star Wars, Indiana Jones, etc) con una buena ejecución de la OSV, aunque la orquesta llegara algo agotada a la parte final y se produjeran algunos errores. En este concierto donde han sonado esplendorosas músicas de Williams han sonado también esplendorosas músicas de Marc Timón.
No ha habido oportunismo alguno en aprovechar el gancho Williams para mostrar la música propia, pero sí ha sido una oportunidad muy bien aprovechada y que además Timón ha sabido incluir con coherencia estilística y con absoluto respeto por la posición que le corresponde, en jerarquía incluso emocional, al legendario maestro: el concierto comenzó a despegar con una selección de Witches (10), que permitió a orquesta y audiencia entrar en calor. Luego vino la mencionada obra de Williams, que indudablemente no es apta para todos los gustos y oídos, pero un Picasso es un Picasso, y como tal genial y también polémico. Timón siguió con su rózsiana Coliseum (14) y su pletórica El pequeño mago (13) (nunca entenderé el empeño en poner títulos ingleses -Timón la llamó The Little Wizard- a películas que son 100% españolas), y este filme tiene uno de los más espléndidos temas principales del cine español en lo que llevamos de Siglo XXI. Sería maravilloso que Williams pudiera conocerlo.
The Beacon, Tribute to John Williams es una obra que Timón ha escrito como homenaje al compositor. Una obra que, como explicó, salió fruto de la necesidad de cerrar un ciclo que había comenzado siendo niño. Y ese faro (beacon) que ha sido Williams para Timón se ha plasmado en un lienzo donde se incluyen colores, texturas, incluso fragmentos de mosaico de creaciones de Williams pero puestas todas ellas en un cuadro que es categóricamente de Marc Timón, como Las Meninas de Picasso son de Picasso y no de Velázquez aunque este sea evocado en casi todas las líneas. Aquí es bastante parecido, pero la melodía -una gran melodía, por cierto- es de caligrafía clara de este compositor ampurdanés. En lo que a mi concierne y en mi opinión Marc Timón es un compositor de primera categoría, es inteligente, tiene conocimientos de cine y la cualificación suficiente (y sobrada) para responder con acierto a los diferentes retos que las películas sometena a los compositores cineastas. Pero de momento no ha encontrado el lugar que le corresponde, ni remotamente. Lo encontrará si persiste y no desfallece, este es un recorrido que a veces es fácil y en otras muy exigente. También hace falta que la industria y sus responsables, tantas veces ciegos y muchas más sordos, vean en él el potencial que yo le sé desde hace años y que ayer muchísima gente también pudo escuchar. Quizás haga falta que se produzca el anunciado encuentro con Williams -imposibilitado por la maldita pandemia- para que una foto de ambos maestros juntos estimule el apetito por contratarle de productores y directores. A veces estas cosas se necesitan para abrir puertas.