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EL MERCADO DE LAS BANDAS SONORAS

02/05/2019 | Por: Conrado Xalabarder | 1 comentario
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Por Juan Carlos Jiménez

- Pero, ¿tú todavía compras cds?

Si eres aficionado a la música de cine, seguro que te han hecho esta pregunta a menudo. Hoy, que el método habitual de consumo es el streaming digital (mientras los puristas van recuperando el LP vinilo), en el mercado de las bandas sonoras se sigue editando principalmente en compact disc.

Esta es una jugada de riesgo para las compañías y muchas eligen disponerlas en formato digital. Ese fue el caso de Big Eyes (14) -años atrás algo impensable para una colaboración de Danny Elfman y Tim Burton- o la ganadora del Oscar Black Panther (18), de Ludwig Göransson, que tan solo podemos disfrutar en formato digital o vinilo. ¡Incluso la doble nominada al Oscar Her (14) de Win Butler y Oliver Pallett sigue inédita! Y en España, Lucas Vidal ganó el Goya por Nadie quiere la noche (15), que ni siquiera está editada digitalmente.

Lanzar bandas sonoras en formato CD es arriesgado. A no ser que tu soundtrack sea el último recopilatorio de Quentin Tarantino, apenas lograrás beneficios. Esta situación ha derivado en una nueva alternativa: un mercado especializado en el que un puñado de compañías discográficas lanzan ciertas partituras en ediciones especiales y unidades limitadas. Las raíces de este modus operandi se encuentran a finales de los años ochenta, momento en que el prestigioso sello Varèse Sarabande establece un selecto club de venta por correo con el que se podían conseguir partituras no comercializadas en tiendas como Fedora (78) de Miklós Rózsa o The Burbs (89) de Jerry Goldsmith. Con el paso de los años y el establecimiento de la compra online, otras compañías como FSM (basada en la prestigiosa revista de música de cine), Intrada Records o La-La Land Records empiezan a editar partituras muy solicitadas en ediciones atractivas: partitura completa, libreto con análisis y tirada limitada a un número de copias.

Hoy día el negocio ha cambiado y las compañías líderes del sector editan más limitados que lanzamientos normales. El coleccionismo y la necesidad de completar discografías ha hecho que el aficionado reciba con más ilusión reediciones de discos ya publicados en el pasado que trabajos nuevos que jamás habían visto la luz. El editor de sonido Mike Matessino se está encargando de remasterizar obras tan célebres de John Williams como E.T. The Extra-Terrestrial (82), Jaws (75) Harry Potter and the Philosopher´s Stone (01) o Jurassic Park (93) en nuevas ediciones que, a pesar de sus sugerentes contenidos, tan sólo añaden escasos minutos cruciales a los lanzamientos originales. Es una nueva
estrategia de venta que considera a estas nuevas producciones como las ediciones definitivas (por ahora) de esas bandas sonoras.

Sin embargo, la compañía discográfica madrileña Quartet Records (liderada por José María Benítez), apuesta por un modelo distinto: además de lanzar ediciones limitadas como esa maravilla que es El Hombre y la Tierra (74), también
producen numerosas bandas sonoras de compositores españoles en ediciones normales. Gracias a esta política, podemos disponer de los nuevos trabajos de Alberto Iglesias, Pascal Gaigne, Fernando Velázquez o Zeltia Montes en tiendas
físicas y a precios asequibles. A pesar de que existe en estos momentos una gran afición por la banda sonora, muchos de estos trabajos no serán acogidos con el mismo recibimiento de estar ligados a grandes superproducciones de Hollywood, pero el hecho de que Quartet Records apueste por ellos está dando voz a la calidad de la música de cine española. Recordemos que en dos ocasiones, ha editado las cuatro partituras nominadas al premio Goya a mejor banda sonora original, todo un récord que ninguna otra compañía discográfica ha conseguido en cualquier
ceremonia de premios internacional.

- Vivimos en una estupenda era para ser aficionado a las bandas sonoras

Es una frase recurrente entre los aficionados en grupos de debate. No estoy del todo de acuerdo, creo que se está primando demasiado la elaboración de ediciones coleccionista y se está dejando de lado fomentar una afición más interesada en descubrir trabajos nuevos y diferentes formas de poner música a un filme. Creo que es importante preservar la música de cine en las mejores condiciones posibles pero para disponer de una banda sonora completa ya se tiene dentro de la propia película que es donde mejor se ve, se escucha y se disfruta. Y si quiero escucharla en disco, añoro cuando los propios compositores creaban un álbum específico para el disfrute de la escucha aislada de su banda sonora original.

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Usuario: José Manuel Contreras Urrutia
Fecha de publicación: 03.05.2019
Quizá no es "la mejor época para ser fans de las bandas sonoras" (los 80 sí lo fueron), pero sí debe ser la mejor época para el coleccionista de bandas sonoras. Aunque les pese a algunos, es un mercado en alza porque sí que hay interés, y aunque puede ser muy modesto en comparación con el interés que levanta Lady Gaga, es un mercado de nicho que ha sabido abrirse paso para satisfacer a aquellos que muchas veces necesitamos más de lo que las ediciones convencionales nos ofrecían. Porque sí, yo era de los que veía Hook de niño y quería escuchar la música de la escena del museo sin los diálogos, sin los efectos de sonido, en un equipo de música (Y no es que todas las ediciones de lujo sean igual de necesarias, ahí entra el criterio personal: algunas re ediciones no aportan nada y sólo buscan ganar dinero. El aficionado debe saber distinguirlo). No veo nada de malo en disfrutar de la música por la música, al contrario. Defiendo el aprecio de los aficionados por la música de buena calidad, de poder disfrutar de ella más allá del contexto para la que ha sido creada. ¿Es obligatorio disfrutar El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky en el teatro presenciando el ballet? ¿No podemos extraer la música y disfrutarla en el aislamiento? Las oberturas de óperas famosas, y sus arias sobresalientes son constantemente editadas por discográficas de manera compilatoria, sacándolas del contexto de la ópera completa, y han sido muy útiles para introducir a nuevos públicos en el complejo mundo operístico. A lo que voy, es que no sólo la música de cine suele descontextualizarse para su disfrute auditivo, sino que es algo generalizado en la música programática, en aquella creada con fines narrativos. Entiendo y respeto profundamente el dogma teórico sobre cómo debe analizarse académicamente una banda sonora, pero no creo que eso sea privativo de su disfrute más allá de las pantallas. Y si las discográficas actuales ayudan a aquellos que nos interesamos por la música más allá de las imagenes, a poder disfrutar más y conocer el proceso de muchas de ellas, bienvenido sea. Aquello de "dejar de lado otros trabajos", es más por el interés de los oyentes, y no es responsabilidad de las empresas que editan cds, es del aficionado. Nosotros debemos ser los curiosos e inquietos que busquemos y queramos conocer nuevas obras y nuevos compositores, y por ello es que muchos de nosotros no sólo escuchamos bandas sonoras. Tengo amigos aficionados que son además expertos en rock, jazz y música clásica, y reconocen las influencias de dichos géneros en la música de cine actual, para reivindicarlas y enseñar a otros. Ese debería ser el espíritu del aficionado, y no debería achacársele a las discográficas una falencia que es responsabilidad del oyente resolver, y por añadidura, de páginas como esta, dedicadas a la divulgación.
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