Brando Borràs es un admirador de Mononoke Hime (97) y de la música de Joe Hisaishi y ha escrito unos comentarios que compartimos en el Ágora.
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Escrita y dirigida por Hayao Miyazaki (Japón, 1941) y producida por el estudio Ghibli, tiene un metraje de 134 minutos y la banda sonora original está compuesta para orquesta sinfónica. Mononoke, en japonés, significa espíritu vengador. Aunque el personaje de la princesa Mononoke dé título a la película, en el guion literario tiene un arco de transformación plano y desarrolla una subtrama de relación menor de amor con el protagonista, el príncipe Ashitaka. El tema principal de la película representa la esencia del guión literario, la premisa dramática de la trama: el viaje del héroe. Se trata de un viaje de búsqueda que emprende el protagonista, Ashitaka, para hallar la cura de una maldición que le consume: la marca del diablo, un estigma en su brazo derecho que le confiere una fuerza sobrenatural cuando se siente furioso pero que, como contrapartida, se extiende lentamente por su cuerpo acercándole cada vez más a la muerte.
El tema principal musical es legendario, poderoso, basado en un movimiento armónico de cadencia plagal menor que le confiere un áurea de espiritualidad y recogimiento al protagonista. Ashitaka es un héroe del triunfo interior, un personaje de carácter flemático, un guerrero que libra las batallas en su interior y que sólo lucha y vence a sus enemigos cuando se ve obligado a hacerlo. Aparece como tema inicial: la primera escena abre con el logotipo de la productora y seguidamente aparece un pequeño texto, sobre una imagen de montañas nubladas, que alude a tiempos inmemorables. En esta primera escena, aparece una presencia hostil en el bosque y la acompaña una música sombría, que introduce el que será el tema principal sobre el título de la película. Las tres primeras notas, llevado por los violines, despliegan un salto de octava partido en un intervalo de cuarta y de quinta que le confieren inmediatamente una grandeza y relevancia que se impondrán sobre el resto de temas centrales de la película. Transcurre melódicamente sobre el modo menor eólico, que junto al pentatonismo presente en toda la banda sonora original, le otorgan un carácter altamente arcaizante. De este modo, en el tema inicial se presenta una aventura épica, legendaria, seguida de cerca por una sombra. No obstante, el tema principal no se encarnará en el protagonista hasta el punto central de la película; tan sólo suena un par de tres veces antes sobre el personaje, interpretado por la flauta, y no conlleva una asociación intelectual directa por parte del espectador, sino inconsciente.
El viaje de búsqueda del protagonista lo lleva hasta la ciudad del hierro, dedicada a extraer el mineral de las montañas que son territorio de los dioses animales. En la escena central de la película sucede una pelea entre la princesa Mononoke, una mujer criada por los lobos, y Lady Eboshi, líder de la ciudad del hierro. Ashitaka se interpone entre ellas sujetándolas a cada una con un brazo gracias a la fuerza sobrenatural que le confiere la marca del diablo, fuerza que se materializa en forma de gusanos negros y representa el odio ponzoñoso que corrompe al ser humano. Es entonces cuando se revela la misión del héroe, la propuesta temática: el héroe como llave para la reconciliación entre el hombre y la naturaleza, Ashitaka, que actúa como mediador y logra restaurar el equilibrio entre ambos mundos al final de la película, devolviendo la cabeza decapitada al dios ciervo de la vida y de la muerte “El espíritu del Bosque”. El tema principal se afianza en el protagonista, suena en su máximo esplendor en el momento de mayor carga dramática del guion literario, y no se volverá a oír de esta manera hasta como tema final. Un golpe maestro, un tema principal presente en los demás temas centrales pero sólo íntegro en el corazón del drama.
Una sombra persigue al protagonista: el tema central del dios-diablo. Aparece sobre el ser hostil de la introducción de la película, un dios-jabalí gigante transformado por el odio en diablo. Se trata de una melodía de ritmo sincopado basada en el intervalo de tritono, orquestada fundamentalmente con las trompas en el registro grave. La acompañan un set de percusión liderado por el taiko, tambor japonés, y glissandos de cuerdas para representar el peligro y la amenaza cada vez que suena. El protagonista se enfrenta y vence a este diablo, pero queda maldito con un estigma en el brazo derecho que le obliga a emprender el viaje de búsqueda hacia occidente para hallar la cura. Un segundo dios-jabalí se transforma en diablo hacia el final de la película y adquiere este tema central del dios-diablo, repetido con igual significado, que actúa como contratema cuando Ashitaka se enfrenta a él. El tema principal suena dentro del tema central del dios-diablo, pero el duelo de músicas rápidamente se diluye y no pasa de ser una amenaza, a diferencia de lo que le sucede a este tema central cuando es reducido a motivo, a la primera nota del tema con las trompas, y es degradado a subtema del tema central del Espíritu del Bosque. Cuando aparece el dios ciervo con su música y le quita la vida, provoca también su destrucción musical. El tema también suena a modo de referencia durante una escena en que los habitantes de la ciudad del hierro le cuentan a Ashitaka cómo murio el dios-jabalí Nago, el primero que enfrentó. En dicha escena, Ashitaka imagina la historia que le cuentan mientras se aprieta el brazo maldito.
Existe un tema secundario derivado de este tema central que suena en un par de ocasiones, donde Ashitaka se enfrenta solo a samuráis durante el camino. La música trata de reflejar la furia que siente el protagonista como respuesta a las prácticas sin honor ni humanidad de estos guerreros que masacran aldeanos. Se trata de un tema dinámico, ubicado en el nivel espacial de las acciones y de las emociones del personaje que pueden ser compartidas por el espectador, pues el tema está basado en un motivo que irrumpe de forma súbita provocando una implicación emocional después de la alerta. Musicalmente, el motivo ha sido extraído del tema central del dios-diablo, no como reducción sino como alusión inconsciente, y consiste en el arpegio de un acorde menor con séptima mayor realizado por las cuerdas. Este motivo convive con el tema secundario llevado también por las cuerdas o instrumentos de viento madera. El tema secundario hereda el tritono del tema central como material melódico y las trompas quedan relegadas a motivos cortos y cromáticos de acompañamiento. Cuando el protagonista siente la furia, la marca del diablo incrementa su fuerza, pero la función de este tema secundario, utilizado en este contexto, no es la de representar este concepto sino la de transmitir la emoción interior. En otros momentos de la película, la marca del diablo reacciona incluso llegando a mover el brazo de Ashitaka con aparente vida propia y es acompañada por otras músicas.
Poco después de la mitad del filme, llegan al bosque desde las tierras del este unos jabalíes liderados por Okkoto, el segundo dios-jabalí que se convierte en diablo, dispuestos a acabar con los humanos que talan los árboles del bosque para extraer el mineral. Les acompaña un tema secundario para las dos escenas en que aparecen los jabalíes preparándose para la guerra contra los humanos. Es un tema de percusión que hereda el taiko del tema central del dios-diablo y que trata de reflejar la tensión previa a la preparación de la batalla. El viaje hacia occidente del protagonista es representado por un tema central que aparece en las secuencias elaboradas de planos abiertos, donde se ve a Ashitaka recorriendo los paisajes. Es un tema derivado del tema principal que recoge la frase final de su melodía, llevada también por los violines, y trabaja sobre la misma progresión armónica. Tras repetirse en el mismo contexto de secuencia elaborada, varía de orquestación y de carácter cuando el protagonista se encuentra por primera vez a Mononoke. En esa escena, la princesa extrae con la boca la sangre de una herida de bala que Lady Eboshi ha causado a su madre loba. Desde el otro lado de un río, Ashitaka le pregunta a la princesa y a los lobos si son dioses y si ha llegado a los dominios del espíritu del bosque: el tema central del viaje a occidente suena con arpa sola y luego la flauta lleva la melodía acompañada por las cuerdas. El carácter heroico se torna dulce sobre el personaje de Mononoke. Se repite de esta nueva manera cuando Ashitaka, malherido por un disparo de bala, saca a Mononoke de la ciudad del hierro y ella acepta llevarlo hasta la charca del Espíritu del Bosque para que lo cure.
Vuelve a sonar un poco más variado cuando ella lo arrastra por el agua hacia la isla central de la charca, esta vez con los vientos madera alternándose la melodía. Progresivamente, el tema central del viaje a occidente va relacionándose con el personaje de Mononoke, transformándose. La siguiente vez que lo oímos, suena integrado en el tema central de Mononoke: el viaje a occidente ha concluido, Ashitaka ya ha llegado al corazón del bosque,donde está ella. Nunca más se volverá a oír como tema central del viaje a occidente, sino como parte del tema central de Mononoke, cambiando su significación por completo y aceptándolo por el espectador como un tema nuevo.
El tema central de Mononoke suena por primera vez cuando Ashitaka despierta en la isla central de la charca del espíritu del bosque, después de haber sido curado por el dios ciervo de la herida de bala pero no de la maldición. Ella mastica corteza de árbol y le da de comer de su boca porque él no tiene fuerzas para hacerlo por su cuenta: Ashitaka llora de emoción cuando esto sucede. Es un tema de amor, no de personaje, sino del amor que siente el protagonista por ella. Tiene un carácter dulce, orquestado con vientos madera y acompañado por arpa y cuerdas. Armónica y melódicamente tiene reminiscencias del tema principal. El tema encuentra su máxima expresión poco después, cuando Ashitaka despierta durante la noche, convaleciente junto a ella, en la cueva donde vive. El tema adquiere texto y es cantado originalmente por un contratenor. En el poema de la canción, se desatan los sentimientos de Ashitaka hacia ella, la necesidad de protegerla y de confortarla, aliviando carga de este modo al guion literario. La canción ocupa un primer plano y llega directamente al espectador, pudiendo compartir la emoción con el personaje. Se trata del único tema incidental con texto de la película, aunque también hay un breve tema secundario cantado a coro en diégesis por las mujeres de la ciudad del hierro, que trataremos más adelante. El tema central de Mononoke cantado sólo se repite en el tema final con los créditos. Suena de forma instrumental, una vez más hacia el final de la película, cuando Mononoke (San) y Ashitaka se reconocen como iguales y se abrazan ante el escenario apocalíptico del Espíritu del Bosque transformado en un dios de la muerte en busca de su cabeza. En el tema final de los créditos se repite también el tema principal de la película, cerrando así con simetría. Ambos temas, el de Mononoke y el del viaje del héroe, conforman el tema final sin mezclarse: el primero como pilar, el amor nacido del viaje de transformación interior del protagonista, y el segundo y último, como eje vertebrador del guion musical.
Por otra parte, el tema central del Espíritu del Bosque es un tema de personaje. El oboe interpreta la melodía cuando el dios tiene forma de ciervo a la luz del día, y es re-orquestada para fagot cuando tiene forma de caminante nocturno durante la noche: un gigante azul con el cosmos en su interior. Aparece por primera vez cuando Ashitaka cruza el bosque cargando con dos heridos que ha encontrado en el río, después de haberse producido el primer encuentro con Mononoke. La melodía del tema es acompañada por las cuerdas en el registro agudo, realizando una armonía por cuartas que, junto a la melodía, sugieren un contexto de superposición modal que genera indefinición y un halo de misterio sobre el personaje. En la banda sonora de la película, a diferencia de la versión sinfónica, el tema incluye sintetizadores y pads de cuerdas que se combinan con los instrumentos acústicos tanto en la melodía como en el fondo armónico, probablemente con intención de aludir a una realidad metafísica a través de la unión de estos instrumentos pertenecientes a mundos diferentes. El tema vuelve a sonar cuando Mononoke se adentra con Ashitaka malherido en el bosque. La música sugiere siempre la presencia del personaje, esté o no en escena, pues el bosque es su dominio. Y no necesariamente siempre suena el tema melódico, sino el ambiente descrito. De hecho, hay dos escenas en que el espíritu del bosque con forma de ciervo aparece de repente caminando sobre el agua, sin que nadie se hubiera percatado de su presencia. En dichas escenas, le acompaña el silencio musical para representar su onmipotencia y omnipresencia en el bosque, haya sonado o no su música o su tema.
Cuando el Espíritu del Bosque es decapitado por Lady Eboshi, se transforma en un dios de la muerte que adopta la forma de caminante nocturno, gigante, pero su cuerpo se expande también en forma de lodo negro que arrebata la vida a todo lo que toca. Suena un tema secundario creado para reflejar el miedo que sienten los personajes culpables, basado en armonías disonantes, efectos de voces, sobre una nota pedal. Cuando Ashitaka y San alzan los brazos para devolverle la cabeza, vuelve a sonar la música del tema central variada por las cuerdas en forma de adagio, y seguidamente se produce el clímax apoteósico de la película. El gigante, habiendo recuperado su cabeza, cae y muere con la salida del Sol arrasando con todo. Segundos después, la naturaleza renace y suena un último tema nuevo a piano y orquesta en modo mayor, para representar la reconciliación del hombre con la Naturaleza. Dado que sólo suena al final, es difícil establecer esta comunicación intelectual con el espectador, propia de un tema central. Por ello, como tema secundario provoca generalmente alivio y calma para bajar el nivel de tensión dramática.
Existe un tema secundario recurrente en varios momentos de la película. Se trata de una música colectiva que une ocasionalmente a una variedad heterogénea de personajes bajo un estado de ánimo de condolencia por la pérdida, ya sea definitiva o inminente. Aparece cuando la tribu de los emishi se conduele por la partida de su príncipe Ashitaka, al encuentro de una muerte aparentemente inevitable; cuando Ashitaka contempla a los leprosos de Eboshi cercanos a la muerte y ve en ellos la suya propia; cuando los habitantes de la ciudad del hierro observan cómo se desangra Ashitaka, que ha sido disparado, mientras trata de salir de la ciudad cargando con la princesa Mononoke; cuando Ashitaka cuenta a Okkoto y a los jabalíes cómo dio muerte al diablo-jabalí Nago. Aparece también cuando Ashitaka pregunta por San a los aldeanos de la ciudad del hierro mientras estos entierran cadáveres después de la guerra. En este caso, cuando la música se traslada al nivel espacial de las emociones del protagonista, que imagina a San luchando y teme lo peor, lo hace también al nivel espacial de las referencias para el espectador. Musicalmente, se trata de un adagio para cuerdas solemne y desolador en modo menor. Cuando es la vida del protagonista la que peligra, por la que se conduelen de forma anticipada, aparece además un motivo musical en los violines que genera expectación y sugiere la presencia de un poder sobrenatural que lo protege; como es el caso de la ciudad del hierro, cuando logra abrir la puerta principal empujándola él sólo con un brazo, o cuando Okkoto le huele el brazo marcado por la maldición y comprueba la veracidad de su historia en lo referente a Nago y no lo devora. Curiosamente, este motivo sobrenatural consiste en la retrogradación de las tres primeras notas del tema de principal. El motivo se traslada posteriormente al tema secundario del Espíritu del Bosque como dios de la muerte, relacionando así el motivo con la deidad y augurando por la vía del inconsciente, la supervivencia del protagonista al escenario apocalíptico.
El personaje de Lady Eboshi, que tiene un arco de transformación de descubrimiento y el del monje Yigo (no mencionado), plano, que desarrolla una subtrama de relación menor de amistad con Ashitaka, son personajes sacrificados en el guion musical. Lady Eboshi participa momentáneamente de un tema secundario para la ciudad del hierro. Es una música que suena cuando Ashitaka llega por primera vez a la ciudad, de carácter amable, que combina el sonido de los martillos picando el hierro en diégesis con música incidental, para acercar al espectador hacia la calidez y a la vida cotidiana de la ciudad. En la ciudad, también suena una vez en diégesis un tema secundario cantado a coro por las mujeres que trabajan en la fundición. Tiene la función de ambientar la escena, pues se trata de una canción de trabajo sin carga intelectual. Para terminar, cuando Ashitaka atraviesa el bosque por primera vez cargando con los heridos, aparecen unas pequeñas deidades, los kodamas, que guían al protagonista. Mientras tanto, suena un tema secundario simpático basado en pizzicatos de las cuerdas.
Brando Borràs, 2018