Tercera entrega de la saga iniciada en Alien (79), en la que la comandante Ripley llega a un planeta-prisión de hombres, arrastrando consigo un alien que queda con vida.
Apocalíptica partitura, de contundencia extrema en sus melodías y un sentido constante de desazón y fatalismo. El compositor refuerza la acción, pero se dedica especialmente, con su densa y opresiva música, a dotar de un cariz claroscuro, casi religioso, el devenir de los personajes en su experiencia infernal.