Cuarta entrega de la saga iniciada en Alien (79), en la que la teniente Ripley reaparece clonada y, una vez más, debe enfrentarse a los sanguinarios alienígenas.
Partitura en la que el compositor pretende, sin grandes resultados, hacer una compilación de los colores melódicos que se aplicaron en las entregas anteriores, pero que en su conjunto resulta demasiado fría y calculada, puramente efectista.