Un equipo de rodaje se desplaza al Valle de Baztán, en el País Vasco, para filmar una película sobre ciertos hechos que acontecieron en el siglo XVII: es la historia de la discriminación sufrida por los llamados agotes, personas que fueron obligadas a vivir apartadas del resto de la población casi hasta nuestros días.
Elegante, emotiva y sentida creación dramática que el compositor aplica como referente de la expiación, y también de la liberación. Se desarrolla en base a dos principios bien elaborados: en primer lugar, es una música que se construye progresivamente, a medida que se reconstruyen los hechos narrados, de tal manera que aparece en sus primeras etapas fragmentada, despiezada, abriendo un camino que no será plenamente desarrollado hasta el final, generando así muchas expectativas en el espectador. En segundo lugar, y es más importante, su actitud, en algunos momentos afectiva pero en la mayor parte esperanzadora y positiva: frente a los personajes sufrientes, las dudas y la opresión, la música se posiciona empáticamente junto a ellos, sirviendo de estímulo y de aliento y evidenciando que ese proceso turbulento tiene por destino un final luminoso y expansivo, de paz y alivio. El compositor aplica para ello un exquisito tema principal y algunos secundarios, que caminan en la misma dirección, y de su tema principal saca máximo provecho, engrandeciéndolo en su lirismo con el empleo de voces y coros. Se acompaña de 180 grados (10).