Usuario: Ángel González
Fecha de publicación: 08.01.2025
Chariots of fire fue un éxito en su día. Ganó varios Óscar (mejor película y guion original, entre ellos) y recibió parabienes de mucha sesuda crítica cinematográfica. Pues empezaré haciendo un Boyero: a mí me dejó frío. Ahora lo matizo con argumentos. Los méritos de producción son obvios y el abordar una temática así de una época así, es de aplaudir. Más allá de las exactitudes o inexactitudes históricas, la película es tan pulcra como carente de alma. A mi parecer el guion recala en los problemas habituales de muchos biopics, donde se quiere abarcar mucho con una suma de escenas o situaciones sueltas (ordenadas, eso sí, que ya he dicho que la película es muy pulcra), más que con una narración bien hilvanada donde se profundice en los personajes. Para mi gusto hay demasiadas elipsis que rompen el estudio de los personajes, haciendo que los secundarios no importen gran cosa, y recreándose en escenas que poco aportan (aparte de componer un retrato de la época, y blablablá, blablablá).
Con el paso de los años creo más firmemente aún que la mejor herramienta de marketing de este filme ha sido el tema principal compuesto por Vangelis. Se hizo tan popular y se usó (y usa) tanto que genera un halo mítico en la película de Hugh Hudson. A nivel comercial es más que evidente que la decisión de confiar en Vangelis fue acertadísima. ¿Pero lo es también a nivel narrativo?
Vangelis es un compositor "sui generis", del que admiro su inquietud y audacia artística, su capacidad de crear un sonido propio (esos timbres y texturas unas veces "sucias", otras "brillantes", u otras veces clásicas), y -por supuesto- que iba a su bola. El rango de sus creaciones es amplísimo. No es lo mismo su Albedo 0.39 que El Greco. No es lo mismo ;Mask que L'apocalypse des animaux. No es lo mismo 666 (Aphrodite's child) que Direct. O no es lo mismo Beaubourg (¿tomadura de pelo o arte experimental?) que Mythodea. Su fama colosal le permitió acercarse al campo de la música cinematográfica, que es adonde me dirijo ahora mismo.
Su recreación de atmósferas, mundos, etc. fue como anillo al dedo en un proyecto como Bladerunner. La música electrónica ya había tenido éxito en los Óscar de la mano de Moroder y su Midnight Express. ¿Pero qué pasaría en una película de época, de acabado formal clásico y que trata de deporte?
Lo primero que llama la atención de Chariots of fire es que apostara por música electrónica. La música electrónica no es fácil asociarla con una película de época y tan academicista. Puede generar un anacronismo muy pronunciado. El anacronismo puede sacarte de la película en los momentos en que la música haga acto de presencia. Hay varios momentos en los que me da la impresión de estar en una película distinta a la que tratan de contarme, bien por el uso de secuenciadores (pequeñas escenas de entrenamiento de Abrahams, o del equipo americano), bien por el uso de efectos "espaciales" como sucede en algunos momentos del tema principal.
Lo segundo, y esto sí es muy positivo, es que los temas centrales son tremendamente explicativos, aportando información muy útil, que la película es incapaz de hacer valer por otros medios..
Intentaré desgranar ahora la aportación de los distintos temas de Vangelis.
1) El tema principal.
- Es el epítome musical del espíritu deportivo. El piano elude el anacronismo, y la "sección de viento" electrónica le confiere un tono épico que no desentona. Como dije antes, determinados efectos sonoros pienso que sobran. Esta música convirtió en legendaria la escena inicial y consiguió grabarse en el imaginario colectivo del deporte. Su objetivo estaba más que cumplido.
- La presencia de este tema es escasa en el filme. Es el inicio y la conclusión de la fabulosa historia real en la que se basa, consiguiendo que una película narrada fríamente se convierta (en nuestro recuerdo) en una película emocionante y memorable. Quizás esto es la imagen con la que se quedaron quienes votaron a Chariots of fire como mejor película.
- ¿Estaría justificada su mayor presencia? Pues entiendo que es una cuestión de enfoque. Se decidió dar más peso a la música de Abrahams y Lidell, y me parece una buena elección. Aunque también es cierto que me quedé con más ganas del tema principal.
2) Los temas de los personajes protagonistas
- El tema dedicado a Abrahams es introspectivo, y se centra en sus miedos e inseguridades. Es un tema frágil y tremendamente acertado. Permite bucear en su pensamiento, y compartimos su sensación de fracaso o de falta de autoconfianza, consiguiendo empatizar con él. El empleo de la electrónica aquí es delicado y sutil, y no interfiere.
- Por su parte el tema Eric Lidell refleja su determinación. Su fe exacerbada le da fuerza para vencer a sus inseguridades. El uso de la electrónica en este tema para mí es menos atinado, pero el tema en sí es claramente efectivo.
- Estos dos temas son mucho más explicativos (sobre los dos atletas) que lo que cuenta Hudson de ellos. Con estas músicas Vangelis desnuda el alma de los protagonistas y los hace humanos.
- No obstante es importante indicar lo que creo que es una incoherencia en el uso de músicas asignadas a personajes. La primera carrera que vemos de Eric Lidell no lleva su música sino que, injustificadamente, suena el Hymne (del álbum L'opera sauvage del músico griego).
3) Otras músicas.
- Son evidentemente menos relevantes. Hay música diegética, que cumple con su papel. Hay algunos temas de apoyo, que también cumplen. Sin embargo hay otros (los del entrenamiento de Abrahams o, sobre todo, del equipo americano, de los que hablaba al principio) cuya presencia es absurda y hasta cómica, para mal, claro. Su escasa presencia podría hacerlos pasar más desapercibidos, pero el abuso de la electrónica con ellos dimensiona y amplifica la sensacíon de anacronismo, con los efectos que antes indicaba.
Como balance final, solo me resta decir que Chariots of fire tiene grandes aciertos, pero también algunos desaciertos de base, que la convierten en una banda sonora muy efectiva pero no tan útil como su fama indica. Como en los casos de otras bandas sonoras de Vangelis, su edición discográfica produce una impresión general de lo que es la banda sonora, distinta de lo que en realidad es, eliminando además cortes superfluos y añadiendo una maravillosa suite final.