La lucha judicial de la historiadora norteamericana Deborah Esther Lipstadt cuando acusa a algunos periodistas e historiadores de negacionistas, y es denunciada por el negacionista británico David Irving.
El compositor aplica una música dual, enfrentada, que mantiene cauta y se posiciona claramente a favor de las tesis de la protagonista y que por tanto acaba resultando una música de actitud, de declaración de principios. Por un lado hay un temario dramático, oscuro y grave, que expone la pesadilla sufrida no solo en la rememoración del Holocausto sino en el injusto intento de ser negado. En contraste, música de esperanza, fortaleza y determinación, que arropa y apoya a la protagonista y a la confirmación de la verdad. El tema principal -sencillo, básico y directo- encabeza este frente, si bien no se expande hasta el final, con el duelo resuelto. El compositor resalta con el mismo que lo que alcanza la victoria es ante todo la dignidad.