La desesperada lucha contra el alcohol de un escritor y su progresivo hundimiento, sin que su novia pueda hacer nada por él.
Apasionada partitura que se enmarca dentro de la labor del compositor en melodramas psicológicos, con un vigoroso dramatismo impresionista, que ayuda a definir con precisión el trauma y las complejidades de los personajes. Billy Wilder quería un sonido que reflejase la dipsomanía y los devastadores efectos del delirium tremens. El compositor empleó para ello el theremín, que ya usó en Spellbound (45) y que le permitió dar con el tono de desesperación necesitado, que acosó inmisericorde a personaje y también a espectador y que alivió con una melodía romántica que lo contrarrestó y cerró el filme de modo bellísimo. Fue una de las creaciones más imponentes de su época, también muy valiente en el planteamiento.