Un científico demente roba un cargamento de un virus letal de un laboratorio del Gobierno y es víctima de una persecución por parte de las autoridades.
Reseña de Dion Baillargeon:
Desarrollando con elegancia las técnicas que ya había empleado en Freud (62), el compositor abordó esta banda sonora con elocuente concisión. La singular orquestación, que excluye violines y violas, parece tener una cierta influencia de Bernard Herrmann, en tanto que el también audaz tema central es una serie atonal de once notas.
Su exposición, como una especie de fanfarria apocalíptica al inicio del filme, nos advierte ya sobre la amenaza del mortífero virus, cuyo inexorable avance queda plasmado en los títulos de crédito con una extravagante marcha macabra en la que los ominosos bajos recapitulan en tresillos la serie, contra la melodía tonal y de pulso binario del xilófono.
No obstante, el microorganismo cuenta a su vez con un sucinto e inquietante motivo propio. De este modo, como en su galadonada The Omen (76), materializa -e incluso humaniza- con la música una amenaza invisible.
Otro tema de ritmo amalgamado es empleado con insistencia para las secuencias de acción y suspense, a menudo también caracterizadas por el fantasmagórico timbre de los sintetizadores de la época. En su conjunto esta es una partitura de admirable arrojo, desbordante imaginación musical y de una enorme sensibilidad dramática que, desafortunadamente, es también uno de los hitos más oscuros de la carrera del compositor.