Una mujer inventa un sofisticado juego, elaborado con látex, que reacciona a las caricias de los usuarios que se conectan a él a través de un cordón por el que viajan por el mundo virtual.
Partitura que contribuye a revestir el áurea opaca e intrigante de la película, no tanto incidiendo en lo enigmático como reflejando lo que el espectador está viendo. En este sentido, el compositor participa pero no explica, pues su música no pretende aclarar nada que no pueda ser entendido visualmente y, por el contrario, adopta la postura de ser el elemento invisible que le falta a Cronenberg en la elaboración final de la película, pegándose a ésta como una capa de piel.