Secuela de The Sting (73), sobre la preparación de una nueva estafa de los personajes protagonistas (aunque con diferentes intérpretes).
Como en la película previa, el sustento melódico de la partitura es la música de Scott Joplin y temas de ragtime expresamente escritos por el compositor argentino, que cumple la misma función: dar un aire localista y desenfadado al filme.