Los esfuerzos de unos misioneros por inculcar la religiosidad en las islas del Pacífico.
Partitura que combina lo espectacular con lo íntimo. Los paisajes marítimos de las islas del Pacífico son descritos con música sinfónica que arranca con tambores nativos para dar lugar a una exaltación musical que ilustrará las secuencias más espectaculares y exóticas. Por otra parte, también hay melodías íntimas y pausado, que acompañan los esfuerzos del matrimonio protagonista por conseguir levantar una misión en tierras tan inhóspitas. Junto a todo ello, música diegética y corales nativos que describe el estado de paz interna en que vive el pueblo.