Un joven publicista, con una exitosa carrera profesional y una vida personal vacía, viaja a una reunión de negocios. Durante el trayecto conoce a una chica con la que rememorará la época más emotiva de su infancia: el último verano que pasaron con la pandilla.
Emotiva y elegante creación dramática y ambiental en la que el compositor aplica una música que ubica en el nivel espacial de las emociones de los personajes para hacerlos llegar también a los espectadores, a quienes se implica inevitablemente en lo relatado en el filme. Recrea un entorno evocador, moderadamente melancólico, con una música que por momentos es íntima y en otros absolutamente expansiva. Lo hace en base a un muy poderoso tema principal, eje de una sólida construcción melódica donde se aprecian algunas influencias bien aprovechadas (especialmente destacable es la evocación a Ennio Morricone para momentos humorísticos), y que, a pesar de que no acaba de lograr mantener su nivel en todo el metraje (debido a su punto de partida tan elevado) pone en evidencia la solvencia del joven compositor, bueno en la creación musical y mejor en la construcción narrativa.