Secuela de Iron Man (08), en la que el superhéroe enmascarado, reacio a desvelar los secretos de su armadura, se enfrenta a nuevas y poderosas fuerzas.
Que John Debney es un compositor de talento muy poco aprovechado por el cine norteamericano es algo ya evidenciado hace tiempo. Sin embargo, y a pesar de trabajar en filmes menores o meramente comerciales, es capaz de superar las imposiciones estéticas y formales de este tipo de películas, donde los refinamientos musicales suelen brillar por su ausencia y se priman los efectos orquestales grandilocuentes a modo de fuegos de artificio que mantengan al espectador constantemente apabullado.
La música que ha escrito para esta secuela no escapa -tampoco las evita- de las convenciones y de lo que no deja de ser una música industrial, funcional, pero tiene una personalidad propia e ideas especialmente destacables, como por ejemplo su tono mecánico y metálico, al modo de lo que, por ejemplo, hiciera Basil Poledouris en Robocop (87), con quien tammbién comparte un cariz apocalíptico y violento. También sobresale por su sólida estructura temaria, en la que la acción y la emoción tienen sus propios espacios, ocasionalmente fusionados, y donde el uso coral es singularmente brillante. Cuenta con un notable tema principal, es en su conjunto puramente adrenalítica y por momentos parece que el compositor ha pensado en términos de Ópera rock, expresamente exagerada e imponente. Todo ello, con un sentido del caos muy bien controlado.