Adaptación de la novela de Charlotte Brontë sobre las desdichas de una mujer que asciende socialmente y se instala en una mansión donde suceden cosas extrañas.
En todas las versiones cinematográficas de la novela de Brontë las músicas se desarrollaban en el ámbito romántico y en el ámbito de lo misterioso, pero siempre poniendo en primer plano la parte más emotiva, muy exultante por ejemplo en la obra de John Williams para la versión de 1970 y también de gran intensidad en la creación de Bernard Herrmann para el filme de 1944, dos de los máximos referentes, aunque no los únicos. Aquí, Marianelli es también exultante e intenso, pero mucho más contenido en un tema principal que, aunque le saca máximo provecho, evita darle un protagonismo que pudiera hacer sombra a los otros temas. Y, asi, se resaltan los elementos más siniestros de la música, en un delicado equilibrio que finalmente sí se inclina en favor del tema principal, que logra liberarse de las presiones. Esta es una obra, pues, contenida y refinada, muy cauta y nada exhibicionista.