Al final de la Segunda Guerra Mundial, un indio que combatió en Francia es ingresado en un hospital militar por esquizofrenia. La dirección del hospital decide sin embargo, pedir la opinión a un etnólogo y psicoanalista francés, especialista en culturas amerindias.
El compositor aplica una contenida y austera creación que utiliza los mínimos recursos melódicos para lograr los máximos resultados emocionales. Lo hace comenzando con una obertura que marca muchas de las pautas de lo que será el desarrollo posterior: una música con una apariencia apacible y relajada en la que inserta un motivo con ciertos elementos perturbadores que luego aprovechará para remarcar la turbación psicológica y el enigma que rodea al protagonista, y que expandirá en forma de tema principal. En lo que resta, la banda sonora fluye entre el suspense (no ambiental, sino sobre el personaje) y un tono muy atrayente e hipnótico que también gira sobre el personaje, que sirve de catalizador y que logra permutar de una inicial oscuridad a una bella y más abierta luminosidad, aunque cierra el círculo y termina como empezó, sin resolución.