Las vivencias de una niña adoptada por una familia obrera durante la Segunda Guerra Mundial, y que se dedica a robar libros para poder compartirlos. El día en que un refugiado judío se esconde en su casa, los acontecimientos se precipitan.
Como ya hiciera por ejemplo en Angela's Ashes (99) el compositor aplica una música mínima en contextos argumentales máximos, focalizando en lo que verdaderamente le importa resaltar y poner en primer plano. Si en Angela's Ashes evitó implicarse emocionalmente en los trágicos sucesos y ser su contrapunto para enfatizar el apoyo a los protagonistas, aquí sucede exactamente lo mismo: el contexto bélico y violento no está en sus consideraciones sino la pureza, bondad y transparencia de la protagonista, a la que arropa melódicamente un un sencillo pero muy claro tema principal que expone, muy elegantemente, su vulnerabilidad pero también su determinación y fortaleza, y su mensaje llega de modo muy directo e implica inevitablemente al espectador, evolucionando de modo creciente. Otros temas son aplicados para las acciones o para puntuar el suspense, pero siempre como apoyo al personaje. Lo que hace Williams en esta película no es otra cosa que un primerísimo primer plano sobre un plano general. Con su maestría habitual.