Un excéntrico y sanguinario aristócrata vive, con sus lacayos, en una isla, desde la que provoca naufragios en los barcos y luego somete a los supervivientes a una cruel cacería.
A partir de un vals de propia creación, el compositor ejecutó una partitura macabra e innovadora en su época, en la que la música era el principal motor dramático y dinamizador de la tensión y acción. Fue una obra sin precedentes en su tiempo y que, sin embargo, marcó un estilo y forma posteriormente desarrollado por el propio autor. Se acompaña de la banda sonora de Son of Kong (33).