Un subastador inglés, adicto a su trabajo, se obsesiona de una heredera, coleccionista, lo que no es más que el inicio de una serie de extraños acontecimientos.
Esta es una obra íntima, cerrada, por momentos críptica, que busca encontrar a través de la música la esencia de la obsesión, de la inseguridad, y lo hace con una música que en términos globales es quebrada, inestable, rota, lo que ayuda mucho a recrear el pesar psicológico del protagonista. Hay un fuerte contraste con su bello y austero tema principal, lírico pero también afligido, y es ese tono dolorido -en momentos desesperado- lo más destacado de esta creación en la que dos músicas opuestas salen del mismo personaje y llevan a un final demoledor.
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