Un hombre se encuentra en un dilema: su jefe, un mafioso, le obliga a viajar a México a conseguir una antigua pistola, mientras que su novia le amenaza con separarse si no abandona a su jefe. Pero el hombre opta por conservar su vida y emprende la búsqueda de la pistola.
Silvestri no es Ennio Morricone, pero aquí se le parece. Ya que el maestro italiano se mantiene en su empeño de no volver al western (género en el que fue el mejor, el más atrevido y el más innovador), pues el compositor norteamericano ha tomado las difíciles riendas de escribir una emulación de aquellas geniales partituras en las que se mezclaba el silbido con la harmónica o los gritos con los coros, dando una visión arcaica y primaria de la música, en perfecta sintonía con el tipo de personajes agrestes característicos en la filmografía de Sergio Leone. Lo que sucede es que, pese a sus buenas intenciones, Silvestri no es Morricone, así que todo queda en un simpático homenaje, que flaquea en los momentos en que se aparta de esa referencia.