El clásico relato de terror sobre la maldición de Imhotep, cuyo sacerdote despierta del sueño eterno para defender a su amo y vengarle.
Intensa partitura aderezada con el empleo de coros que otorga a la película un sentido espectacular, pero también decadente, apoyando los rasgos enigmáticos de la leyenda de los faraones para que sea palpable su carácter vetusto y rancio. Sigue la línea tradicional en la múica de este tipo de películas (particularmente con la referencia de los filmes de la Hammer). El compositor ha escrito una partitura en la que incluye instrumentos que evocan el antiguo Egipto y los emplea tanto para dotar de cierto exotismo al largometraje como para fomentar su espectacularidad, en el sentido de gran aventura. Asimismo, da cierta tonalidad cómica a la banda sonora, al aplicar en su música un carácter decadente, lo que se adecúa con la pretensión de subrayar lo desubicado que está el antiguo faraón en su vuelta a la vida más de veinte siglos después de muerto.