Un perro criado entre algodones es dejado por sus propietarios en un balneario durante las vacaciones. Pero su villano propietario lo deposita en una cárcel para perros, habitada en su mayoría por duros chuchos callejeros y donde prevalece la ley del más fuerte. Allí tendrá que esquivar el peligro, junto a nuevos amigos.
El compositor aplica y desarrolla una banda sonora de género muy bien sincronizada con la acción y el ritmo del filme, que enfatiza y da colorido de modo adecuado. Es singularmente destacable por el uso instrumental y no pocos detalles con los que aporta humor, agilidad y ciertas dosis de ternura, nada edulcorada. Saca provecho de algunas referencias reconocibles (no por el público infantil, en todo caso), como lo son la música de aires a lo Ry Cooder y su guitarra eléctrica para el ambiente carcelario o un homenaje al Elmer Bernstein de The Great Escape (63), para la fuga. Son en todo caso referencias que se integran bien en la explicación musical, aunque utilizadas en exceso. Su tema principal, sencillo y básico, no es lo suficientemente sólido para sostenter el conjunto de la estructura y queda algo diluido, pero es una creación que mantiene muy bien el pulso de principio a fin.