Unos delincuentes secuestran un metro en Nueva York y amenazan con matar un pasajero por minuto salvo que se les pague un millón de dólares.
El compositor escribió una innovadora partitura que entremezclaba la música sinfónica con el pop, el jazz y el funky típico de los setenta, con lo que contrastaba el sentido dado a la acción con el ambiente urbano del filme.