Remake de la película Planet of the Apes (68), con la llegada de unos humanos a un planeta dominado por los simios, que los capturan.
No sería del todo justo comparar la música de Elfman con la que escribiera en su momento Jerry Goldsmith para el filme de 1968, ya que ni tienen puntos en común ni las pretensiones son semejantes. Elfman elude cualquier evocación a aquella banda sonora, un clásico en la historia de la música en el cine, y se centra más en la descripción activa de la acción en su estado más puro, sin otra aspiración que la de conseguir una enérgica partitura. La contundencia orquestal, el empleo masivo de percusiones y sonoridades en algunos pasajes exóticas y en otros convencionales son las principales bazas que emplea para dar cierta opulencia al conjunto, poco sutil pero eficazmente. Refuerza lo violento, lo relaja con instantes más evocadores pero lo estropea con una horrible canción final.