A finales de los años 70 un hombre acaba de salir de prisión y se aloja en casa de un amigo a cambio de que cuide a su hija. Cuando la televisión anuncia la muerte del riquísimo actor Charlie Chaplin, tiene súbitamente una idea: sustraer el ataúd del actor y pedir un rescate a su familia.
El compositor aplica una muy agradable y desenfadada creación, en la línea de aquellas con las que tanto se significó en los años sesenta y setenta: banda sonora de notable tema principal lírico, de muy bella melodía, que conoce variaciones y mantiene su espíritu de joie de vivre. Se complementa con temas ambientales y referencias a la música de Limelight (52) de Chaplin, con fines inicialmente humoristicos y finalmente integrado en lo emocional y sentimental. Es una obra de aire quizás algo añejo, pero deliciosa.