Filme biográfico en torno al hombre más temido de los Estados Unidos durante los casi cincuenta años que dirigió el FBI.
Los años setenta fueron un período de oscuridad profesional para el compositor, relegado a trabajar en títulos que acababan siendo sonoros fracasos comerciales (dos de ellos, del mismísimo Billy Wilder), con excepciones como la prestigiada Providence (77). Pero desde luego eso no afectó a su enorme cualidad compositiva, que se mantuvo con tanta energía como en sus inicios. Y esta partitura es otra de las que demuestran que Rózsa fue siempre un autor de primera categoría: música de imponente fuerza dramática, que suena a sus propios clásicos en el cine negro, pero donde, como haría poco después en Dead Men Don´t Wear Plaid (82) no se autoimita sino que recoge el legado que tanto y tan bien benefició al cine de los cuarenta y lo pone una vez más al servicio de una creación emocional y visceral, maravillosa. Se acompaña de Lydia (41) y Crisis (50).