En una residencia de la Provenza francesa ocurren misteriosas desapariciones de las internas, chicas de procedencia poco honorable. La llegada de una nueva pupila acelera el proceso extraño de conductas y sucesos, hasta su tremendo desenlace.
Extraordinaria aportación del compositor al género del cine de terror con una partitura refinada, cruel, inmisericorde, que juega la baza del contraste brutal entre la ligereza y el alivio de un tema principal apacible, tierno y amigable, con el ataque sin cuartel de una sucesión de temas secundarios que, unidos, gozan de una fuerza demoledora, demencial, que no clarifican el horror sino que lo confunden y enturbian, de modo que en su indefinición es donde el compositor desarrolla la mejor labor en este filme. Su música, lejos de ser convencional o vulgar, es refinada y sofisticada, lo que aporta gran categoría al propio elemento hostil. Se acompaña de ¿Quién puede matar a un niño? (74).