Tercera parte de Robocop (87), en el que el policía mitad hombre, mitad robot, se enfrenta a una poderosa compañía dispuesta a todo con tal de expulsar de una zona a sus habitantes.
Reiteración convencional de los preceptos establecidos por el compositor en la primera entrega, pero sin la misma energía y poder evocativo de la música. Aquí, la partitura se limita a acompañar la acción, pretendiendo dar grandilocuencia a aquello que no lo tiene en absoluto