Una adolescente cuya madre murió asesinada vive angustiada por las presiones de su novio y la presencia cercana de un asesino en serie, que la acosa.
Como la propia película, la partitura juega a explotar al máximo los tópicos y convencionalismos del género del terror, pero no para solapar una posible falta de imaginación del compositor, sino precisamente para aprovechar unos recursos ya conocidos por el espectador y jugar con ellos, tergiversándolos y dotándolos incluso de cierto sentido de humor macabro. Participa en este juego voces femeninas que se conjugan con música orquestal y también surgida del sintetizador.