Una joven adolescente surfista pierde un brazo por el ataque de tiburón, pero decide volver a practicar ese deporte.
Esta es, melódicamente, la partitura más bella de las escritas por el compositor en su carrera en el cine. Se trata de una creación lírica con un radiante tema principal del que saca máximo provecho y con un tono general que mantiene un espíritu evocador. Se fusiona música sinfónica con étnica, y la presencia de voces y coros añade mayor majestuosidad, también en las partes dramáticas. Es muy elegante.
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