Secuela de Zipi y Zape y el club de la canica (13). Zipi y Zape son castigados sin vacaciones y obligados a acompañar a sus padres a un viaje en barco a una remota isla. Los hermanos descubren que la repentina desaparición de sus padres en medio de la noche guarda relación con el secreto que encierran la misteriosa isla y sus extraños habitantes.
Como ya hiciera en la anterior película, el compositor vuelve a ser protagonista en la conducción emocional y narrativa de la película en base a una amplia variedad de temas dispuestos al énfasis de la acción, de lo humorístico y también de lo exótico y del misterio. Todo ello con una sólida estructura temática, buen desarrollo de los diferentes frentes melódicos y un espíritu general clásico, que en sus momentos más emocionales son singularmente atrayentes. Esta es una banda sonora de explicaciones pero especialmente de implicaciones, las dirigidas al espectador para su inmersión en el filme, y se destaca por su sencillo pero contundente tema principal, algunos momentos dramáticos y su radiante final. Una creación dinámica, variada, divertida y sobre todo eficiente y respetuosa con espectadores y resto del filme. En estos tiempos, no es poco.