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ALEXANDRE DESPLAT EN BARCELONA (Y III)

24/12/2016 | Por: Conrado Xalabarder | 2 comentarios
CRONICAS

Durante una de las charlas ante el público en el ya extinto Festival Internacional de Música de Cine de Córdoba, uno de los compositores invitados quiso tocar el piano para apoyar sus explicaciones. Su interpretación fue desastrosa pero cosechó enormes aplausos de los asistentes, que le celebraban casi como si hubieran presenciado la ejecución de un virtuoso de tan noble instrumento. Otros de los presentes (compositores, músicos y también pianistas) estaban pensando en otro tipo de ejecución... ¡si se me permite la ironía! Pero ese compositor con total seguridad se lo pensaría dos veces antes de sentarse ante el piano en una sala de concierto, por respeto a la audiencia, a la orquesta y porque el ridículo podría ser monumental. No hay nada de malo en haberlo hecho durante una charla, aunque el vigor y énfasis de los aplausos vaya más allá de lo que es el agradecimiento a un buen gesto.

¿Cuántos de los que han asistido a cualquiera de los dos conciertos de Alexandre Desplat lo hubieran hecho en caso de que él no lo hubiera dirigido?. Hablo de los aficionados, los que aman la música de cine y la del compositor. Pues me temo que no hubieran sido pocos los que encontrarían en el precio de las entradas, los gastos de desplazamiento o cualquier otra razón la justificación perfecta para no asistir. La música iba a ser la misma, incluso quizás mejor interpretada, pero no vendrían. Porque lo que se quiere es ver a Desplat dirigiendo.

Desplat, como tantos otros, es compositor y es cineasta, y en ambos aspectos es excelente. Pero no es director de orquesta, profesión que no consiste en subirse a una plataforma y mover los brazos, y que no se aprende de un día para otro sino que requiere mucho estudio, mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucho sacrificio, como casi todo en el fascinante mundo de la música. ¿Dirigiría Desplat un concierto de música clásica ante una audiencia de música clásica?. Por respeto a la audiencia, seguramente no lo haría.

Respeto que al final parece perderse en los conciertos de música de cine, donde todo o casi todo vale para convocar audiencias y llenar las salas: bien sea montando espectáculos algunos de los cuales son bochornosos (aquello que no sea aceptable en un concierto de Bach o Mozart no lo hagas en un concierto de música de cine, sería un lema a defender) o bien haciendo que los compositores se conviertan por la noche, cual Cenicientas, en directores. Y es que tampoco es lo mismo dirigir orquestas en grabaciones que en riguroso directo, como es más que obvio. Pero forma parte del negocio, del business, poner en cartel al compositor para que la gente acuda al concierto.

Y ante esa circunstancia de que quien dirige es un compositor pero no director, la actitud debe ser de la de total respeto a la orquesta, de saber contar con ella y esperar su ayuda. La orquesta, si es buena y profesional, acudirá en auxilio de un mal director y con buena actitud juntos pueden lograr darle a los espectadores un buen concierto. ¿Tenéis dudas?: ¡preguntadle a un profesional de la dirección o a un músico de orquesta!

El de anoche fue un buen concierto porque la actitud de Desplat cambió por completo con respecto al concierto del jueves, que comenté en la crónica de ayer. Un cambio considerable en su comunicación con la orquesta que la OBC devolvió en la forma de unas interpretaciones más emotivas, matizadas e intensas. ¿Por qué no había sucedido el jueves?: porque ese día el concierto, sencillamente, no tuvo director. Ayer Desplat no se transformó en buen director de orquesta, en absoluto, pero puso emoción, la transmitió, y la recibió. El jueves parecía malhumorado (probablemente fue a más a medida que avanzaba el concierto) y ayer se le vio feliz, y cada vez más feliz. Ya no se apreciaron confusas indicaciones, tensiones, frialdad o apatía. Ayer hubo mucha sintonía, se evidenció que la orquesta sí contactó con él y de ella salió una interpretación nada plana ni acartonada sino viva y cálida. El concierto de ayer convirtió al del jueves en una suerte de ensayo de orquesta ante público de pago.

Los problemas que comenté ayer de programación, suites y estructura se mantuvieron, obviamente. Alguna de la música de Desplat no está hecha para orquesta tan grande, y pasarla por vientos y metales la hace algo excesiva, pero no es este un problema relevante pues se trata solo de un concierto. Afortunadamente para la significación que le doy a la música de cine los conciertos se van, pero la música en la película se queda para siempre. El de anoche no fue un evento que vaya a hacer Historia, pero al menos hubo alegría entre la audiencia y Desplat, además, sí conectó con ella, a la que prácticamente había ignorado la noche del jueves. No hubo mal gesto alguno y sí simpatía, afecto, felicidad y un concierto al que se le puede llamar, con todas las letras, concierto. Merci beaucoup, monsieur Desplat!

Primera parte

Segunda parte

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Usuario: Fernando Ayuso
Fecha de publicación: 24.12.2016
Se abre aquí el que para mí es el tema más fascinante de la música: la dirección de orquesta. Una de mis grandes aficiones más allá del cine (y la literatura, y la arquitectura, y...) es la de leer sobre grandes directores de música clásica (sobre sus trabajos, vidas, personalidades...). Pero yendo al tema que nos ocupa, y sin haber presenciado el primer y fallido concierto en Barcelona (sí lo hice en Londres hace dos años), me gustaría exponer mi punto de vista o más bien lo que he ido descubriendo con el tiempo sobre Desplat (en algunos casos se sale de la temática pero ¿por qué no compartirlo?).

Hay dos compositores de música de cine (hay un tercero que es Iglesias, aunque me interesa más su trabajo que sus palabras) a los que sigo especialmente, leyendo sus entrevistas, making of's, etc. Estos son Dario Marianelli y Alexandre Desplat. Muchos los comparaban hace años cuando casi a la par se hicieron famosos en Hollywood, pero no pueden ser más diferentes. Y me viene a cuento la comparación de ambos por lo siguiente: lo que define a uno en un sentido caracteriza al otro en el contrario. La cara más pública de Desplat puede llegar a ser increíblemente amable, alegre, espontánea, ingeniosa... o por el contrario muy arrogante, con un ego que roza las nubes. Se trata de un compositor de primera línea en Europa y en Hollywood y tiene que lidiar con todo tipo de personas dentro de la industria cinematográfica, así que normal que tenga sus días malos (sólo lo siento por los entrevistadores que tengan que tratarlo esos días ya que puede llegar a ser muy cortante). En una entrevista le decían que todo el mundo en las fiestas hollywoodienses conocia a Desplat, siempre había un corro de personas en torno a al francés, y eso sorprendía porque al fin y al cabo era un compositor no una estrella. Desplat sabe que es el momento de venderse y se le da bien, todavía no he encontrado una entrevista en la que algún director o productor hable mal o indiferentemente de él (sí las hay de otros compositores). La cuestión es que estamos ante una persona con una ambición infinita, que en parte es la causante de su tan merecido éxito en el cine. Tiene un espejo donde quiere mirarse a nivel internacional que no es otro que Williams (uno de sus reconocidos grandes ídolos). No pretende hacer ver que puede superarle, pero sí ha dicho que uno de sus objetivos es ser el compositor Francés más laureado de la historia, y hasta que no lo consiga seguirá trabajando (es decir, ganar más de tres oscars). Parece ser de los que piensan que las cosas se tienen que hacer como las hace Williams, componiendo sus partituras sin delegar, y apareciendo en los créditos tras el famoso "Composed and Conducted by". De ahí que siempre dirija sus grabaciones, aunque como bien apunta Conrado no es lo mismo dirigir un concierto que hacerlo en la sala de grabación.

Por el contrario hay otro tipo de compositores que prefieren delegar ciertos trabajos como los de dirigir siempre y cuando la otra persona esté más preparada. Ahí entra Marianelli, aparentemente un hombre afable (se hablan maravillas de él como persona), humilde (a veces hasta decir basta), que quiere llevar una vida tranquila con sus máximo de dos bandas sonoras al año y reservar tiempo para componer música de concierto, preparar suites orquestales de sus bsos y dedicarle el resto del tiempo a sus hijas. Desde que ganó el oscar lo único que pide es trabajar en proyectos diferentes, razón por la cual ha limitado su incorporación a trabajos de época (que para su "desgracia" es donde más se le solicita). Por qué meto a Marianelli como ejemplo? Porque él mismo ha dicho en varias entrevistas que no se considera un buen director de orquesta. Sus primeros y últimos trabajos han sido dirigidos en estudio por él mimso, sin embargo no se enorgullece de ello y en las carátulas aparece "music by" sin el "conducted" de turno. En varias ocasiones ha declarado que le encantaba colaborar con Benjamin Wallfisch no tanto por sus labores de orquestador (ya que Marianelli es bastante celoso de su música y no deja demasiadas labores a estos, orquestando él y trabajando siempre con una sola persona más), sino especialmente por lo buen director de orquesta que es (en alguna entrevista el propio Marianelli piropea a al compositor inglés en relación a este aspecto). Wallfisch tiene carrera en el mundo de la música clásica y contemporánea como director y dentro del mundo del cine tiene fama de ser de los pocos capaces de dirigir sin usar los "clicks" que marcan los tempos, sino como lo hacía Horner o sigue haciéndolo Williams, viendo la pantalla con la película a la que se le añaden unas marcas de color. Marianelli no dedicaba tiempo a preparar la dirección de orquesta que la confiaba a Wallfisch, y así el italiano tenía más tiempo de componer. Más tarde Marianelli reconoció que, aunque no es un especialista en la dirección, sí que necesitaba coger la batuta durante un tiempo para sentirse de nuevo músico y parte integrante de la orquesta.

Todo esto viene a cuento de que la personalidad de Desplat le lleva a ponerse delante de la orquesta no sólo por razones económicas (como bien comenta Conrado), sino para también afianzar su marca: él es compositor, orquestador, músico (en algunas bso toca la flauta o el piano) y, como Williams, director de su propia música. Mientras que Marianelli es algo más consciente de la responsabilidad que tiene hacia el público y en el único concierto que ha dado de su obra (en Dublín) delegó en otro director, y todas las piezas que se tocaron eran verdaderas suites preparadas para concierto por él mismo (como dije, cada vez que termina un trabajo dedica un tiempo a componer una suite como otros muchos compositores también hacen).

Sin embargo, y volviendo al compositor americano por excelencia (no digo mundial porque Conrrado me puede mandar a la hoguera), Williams además de compositor sí es director de orquesta. Él también se ha esforzado en dedicar tiempo a su faceta como director de música clásica, hecho que le permite estar en contacto directo con la historia de la música y él le saca partido en cada una de sus películas. Considero que nadie ha dado tanta profundidad a la música de cine desde un punto de vista historico-cultural que John Williams. Todo tiene un por qué y cada película bebe de la época a la que pertenece historicamente (quiero aclarar que con esto no quiero decir que no sea lícito hacerlo de otra manera). Por ello, siempre digo que bienaventurados sean los compositores de música de cine que NO sólo se dedican a la música de cine!

Perdonad la megaparrafada!
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RESPUESTAS A ESTE COMENTARIO
Usuario: Conrado Xalabarder
Fecha de publicación: 25.12.2016
Increíblemente agradecido por tu aporte, en mi nombre, en el de MundoBSO y creo poder hacerlo en nombre de sus seguidores.

Claro, la actitud es algo muy personal, que va a días (todos tenemos días buenos, días malos), y sobre eso no creo que podamos ni debamos opinar.

Pero por encima de todo está el respeto a la audiencia, y en este caso también a la orquesta. No fui yo solo sino varios en cuyo criterio confío que pensamos que en lo del jueves hubo falta de respeto. El problema es cuando eso se deriva hacia los resultados.

Yo he dado alguna charla, conferencia o clase estando con fiebre, con mal humor o con bajón de ánimo (son muchas, así que alguna tiene que haber!) pero jamás esa fiebre, mal humor o bajón de ánimo se la he contagiado a mi audiencia o alumnos. Bien al contrario, en esas circunstancias hasta he dado la imagen de, qué se yo, acabar de ser padre!

No soy ejemplo de absolutamente nada, por supuesto, pero creo que lo malo del concierto del jueves y lo bueno que tuvo el del viernes se debió sustancialmente a un cambio de actitud del compositor convertido en director. Si hubiera sido la orquesta, por falta de ensayos, pues sería comprensible aunque no justificable. Pero ni comprensible ni justificable fue lo del jueves, y por esa razón he creído importante explicar en esta crónica que Desplat NO ES director de orquesta y que porque no lo es necesita como agua de mayo la ayuda de una orquesta con la que ha de saber comunicarse.

Tenemos que seguir abordando este tema, que como bien dices es fascinante. Y explicar a la gente las diferencias entre dirigir en grabaciones y en directos. Lo haremos contando -espero- con opiniones profesionales.

MundoBSO, aparte de lo lúdico, tiene vocación de ser útil. Y con aportaciones como la tuya estamos un paso más cerca de conseguirlo.

Gracias!
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