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Continuamos repasando y comentando el curso Danny Elfman Teaches Music for Film, impartido desde la web MasterClass por el compositor norteamericano.
10.- Creating Your Template (Crear tu plantilla) Duración: 7:53
Danny Elfman explica en este apartado que antes de empezar a componer organiza su plantilla de sonidos de acuerdo con el tono que va a darle a la partitura, el color y la orquestación. Le dedica incluso una semana entera para poder luego componer de modo fluido, concentrándose en ello. Comenta que en una ocasión conoció al artista italiano Francesco Clemente y en su estudio vio cómo disponía en el suelo todas sus pinturas y pigmentos alineados en el suelo, en orden, y delante estaban todos los lienzos en blanco. Y así yo alineo todos mis pigmentos de modo que cuando comience a pintar sé dónde están todos ellos, lo que no significa que luego tenga que buscar alguno en el que no había pensado, pero sí que puedo empezar bien organizado.
En línea con lo anterior, explica que cuando hay un sonido que ha de crear porque no lo tiene debe improvisar para encontrarlo. Emplea Axe-Fx, un simulador de amplificadores y pantallas en formato previo que le ayuda a trabajar con sus guitarras.
11.- Insecurity and Instincts (Inseguridad e instintos) Duración: 12:28
El sentirse inseguro no es el fin del mundo. No creo que haya ningún compositor que... los compositores son unos jodidos arrogantes, pero lo cierto es que la arrogancia generalmente esconde una gran inseguridad que todos arrastramos. Normalmente cuanto más bravo se muestre más inseguridad esconde. Estoy constantemente inseguro de lo que hago, nunca sé si es correcto. Nunca tuve un maestro al que acudir para resolver dudas, así que tuve que aprender a confiar en mi instinto.
Elfman continúa afirmando que es normal sentirse inseguro, incluso durante el proceso, o al final. Que puede haber momentos de euforia por una escena bien resuelta aunque luego angustia por otra que falla. Pero pese a todo no hay que perder de vista el reloj, que marca que el tiempo que pasa inexorablemente y, por tanto, hay que avanzar. Dice también que tras más de un centenar de películas raramente se siente seguro de sí mismo, salvo en todo caso cuando hace secuelas porque el trabajo más duro ya está hecho y el camino ya está marcado.
Creo que todos los artistas que valen la pena están llenos de dudas todo el tiempo, y los pocos que no dudan puede que tengan mucho éxito, ser muy buenos trabajadores y artesanos, pero no creo que sean grandes artistas, porque creo que la duda y el arte se combinan, es imposible separarlas. La vida de un compositor es dudar de tí mismo, encontrar la confianza, avanzar y volver a dudar de lo que has hecho... es la vida de un compositor y de un artista en general, y está bien sentirse así.
Sigue Elfman con un consejo que es del todo fundamental para quien quiera sobrevivir en el medio audiovisual: una cosa es lo que se siente y otra lo que lo que se muestra.
En ninguna circunstancia expreso mis dudas al director o al productor. Nunca. Nunca. Si compartiera con ellos lo que siento mi carrera duraría 3,5 años en lugar de 35, así que lo voy a decir claramente: hay dos lados, el de tus sentimientos y el de aquello con lo que has de lidiar. Tus sentimientos los puedes compartir con otro compositor, nunca con el director. Jamás, bien lo sabe Dios, con el estudio o los productores. Has de poner siempre buena cara y compartir lo que necesitas compartir y proyectar lo que necesites proyectar. Y aún así seguir sintiendo lo que sientas.
Explica aquí lo vital que es fiarse del instinto propio instinto, que hay que desarrollar pues es fundamental para sobrevivir en este medio sin volverse loco porque se trabaja rápido, bajo enorme presión y con la permanente sensación de necesitar más tiempo: si no encuentras ese instinto estás perdido.
Para Elfman elegir el proyecto en el que invulcrarse depende de lo que haya hecho antes el director, si no ha trabajado antes con él, aunque nunca hay garantías de que el resultado vaya a ser bueno. Afirma que no se puede decir que sí a todo porque supone implicarse durante ocho o catorce semanas en ese proyecto, tiempo en el que no se puede hacer otra película, y tiempo en el que puede hacer otra película que se hubiera preferido mucho más: por supuesto, si estás comenzando no tienes estas preocupaciones, puesto que tu única preocupación es tener trabajo. Pero más adelante se ha de saber elegir. Pone como posibles opciones la de las películas para hacerse rico y famoso y aquellas que le permiten hacer algo satisfactorio, o acudir a unas para descansar de las otras, o por la comodidad o la facilidad de asumirlas.
Para tener éxito en esta industria, donde hay una competitividad tremenda y donde sientes constantemente que hay alguien dentrás intentando pisarte, gente que quiere tu trabajo, debes tener un ego. Nos guía el ego en el sentido que queremos tener éxito en la competividad que nos rodea, nos ayuda a avanzar. Pero ese ego, claro, puede convertirse en algo absurdo e inmanejable.
Elfman señala que quien está al frente del proyecto es el director, no el compositor y por ello para trabajar se debe rebajar un poco el ego para que sean los directores los que se mantengan al frente del proyecto: debes controlar tu ego, y no es fácil (...) has de ver las cosas desde la perspectiva del director, y cuando lo haces debes dejar al margen tu ego porque de lo contrario solo vas a pelearte y pelearte, pero has de ponerte en su lugar e intentar comprenderle (...) y eso lleva a una constante lucha contigo mismo, con tu orgullo y tu ego, pues si te quedas sin ego serás barrido, serás aplastado, así que debes mantener vivo ese pequeño guerrero en ti para poder presentar batalla cuando creas que debes hacerlo, porque sucederá. Pero a la vez has de ser un sacerdote del zen.
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Nuestro comentario:
Este capítulo en el que habla de las inseguridades, el consejo de no exteriorizarlas ante el director y los productores y finalmente el ego propio y el liderazgo del director es una lección obligada para cualquier compositor o compositora emergente, dado que subraya para los que quieren dedicarse al cine que no tienen suficiente con saber escribir música y lamentablemente tampoco con saber cómo hacer cine con ella: hay que saber de diplomacia.
Lo que cuenta Elfman sobre sus propias inseguridades lo explican otros compositores, y con seguridad entre ellos están los más grandes. Pero las inseguridades no son exclusivas del compositor, también el director puede estar ahogándose en un mar de dudas y es probable que el productor esté nervioso ante la perspectiva de perder dinero, así que si ven inseguro a un colaborador tan determinante como el compositor definitivamente no les ayudará y probablemente piensen que se equivocaron en la elección pues es el compositor el que ha de ayudar al director y no al revés. Por esta razón creo tan importante el consejo de Elman de mantener esta batalla con uno mismo, no compartirla con el resto del equipo.
Respecto al trato con el director, lo hemos comentado bastantes veces: la película es de quien la dirige, pero eso no convierte necesariamente al compositor en un esclavo a su servicio y, sin necesidad de convertirse en un Espartaco, hay que saber cómo llevar al director al terreno propio si se está completamente seguro de que es lo mejor para la película.
