Esta es una de las páginas del guion de Being There (Hal Ashby, 1979), exitosa comedia en la que Peter Sellers interpreta magistralmente a Chance, un hombre cuya vida ha transcurrido íntegramente en una mansión en la que ha trabajado cuidando el jardín sin salir jamás a la calle y viendo el mundo a través de la televisión. Cuando el dueño muere y él es despedido, debe abandonar el lugar. En el guion, este es el momento exacto:
En esta escena en particular hay una intervención musical que la acabó convirtiendo en uno de los gags más magníficos y celebrados de la Historia del Cine. Pero no estaba detallado -y podría haberlo estado- en el guion literario. Es este:
El guion de Jerzy Kosinski adapta una novela del propio Kosinski, Being There (70), sátira política. En el libro es más que obvio que no hay música para describir o acompañar la escena. El que el Kosinski no fuera guionista cinematográfico -este fue su primer trabajo para el cine- hace bastante improbable que pudiera visualizar esta escena con la música preexistente. Robert C. Jones, guionista que el año anterior había ganado el Oscar por el filme también de Ashby Coming Home, con Jane Fonda y Jon Voight, aparece en algunas fuentes como guionista en la sombra, pero parece poco probable que él hiciera la indicación de incluir esa música para generar ese formidable efecto. ¿Lo sugirió Ashby, o el montador Don Zimmerman o quizás Johnny Mandel, autor de la escasa música original del filme?
Sea quien fuera al que se le ocurrió elevar esa salida de Chance al mundo exterior desconocido provocó un cambio radical en todo el filme: a partir de ese momento y gracias a ese momento el personaje adquirió una trascendencia y un nivel de profundidad que, junto a la espléndida interpretación de Sellers, cautivó a las audiencias y llevó a la película al estatus de clásico.
La música en el cine es emoción y es explicación, como venimos defendiendo desde hace tanto tiempo. Puede estar en un nivel básico, ambiental, pero también puede aportar dramaturgia y, en una escala superior, narración. La música en el cine es arquitectura, es química, es ajedrez pero ante todo y sobre todo es cooperación, es parte de un todo y como tal el todo deja de serlo -en grado mínimo o en grado máximo, como es el caso- si se le priva de la parte musical, sea original o preexistente. La música está para complementar o, como es el caso, mejorar, pero desde luego no para empeorar. Este ejemplo es significativo pero no el único de los tantos que hay de músicas que no estaban inicialmente pensadas para la película pero que tras su cooperación han hecho que la película sea impensable sin ellas.