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¡LA MELODÍA HA MUERTO!

04/01/2023 | Por: Conrado Xalabarder
DEBATE

Por Manuel Báez

¡La melodía ha muerto!

Desde North a Williams, pasando por Vangelis, Korngold, Herrmann, Goldsmith, los Newman, Morricone, Horner… durante casi un siglo la melodía fue una de las principales características de las bandas sonoras, independientemente de si el estilo era o no sinfónico o de si el uso de la melodía tenía éxito o eran melodías fallidas. Los leitmotivs han sido el sustento de las bandas sonoras desde hace muchísimas décadas. No solo sirven como un poderoso elemento narrativo que puede, como Conrado Xalabarder ha explicado infinidad de veces, superar a la imagen y que no se limitan a acompañarla, como desgraciadamente se dice mucho. Es un tema del que hemos hablado largo y tendido, pero me voy a centrar en otra característica crucial que ha definido gran parte de las grandes películas de mi infancia y mi adolescencia: las melodías han establecido la personalidad y un rasgo estilístico y estético fundamental de películas, pero también de sagas históricas como Star Wars, Indiana Jones, Back to the Future, la trilogía del dólar, James Bond, The Godfather… e incluso de directores como Spielberg o Tim Burton.

Es innegable que estas películas no habrían sido las mismas sin el uso de determinados leitmotivs: la mayor parte de grandes universos cinematográficos, incluso el de Marvel, tienen en común, como mínimo, el uso de algunos leitmotivs y una estética musical determinada. De ahí el rechazo que provocan productos que pretenden mantener otros elementos fundamentales pero ningunean sus características musicales, como ocurrió en Obi-Wan (22). Sin embargo, desde hace dos décadas hemos asistido a la eliminación progresiva de los leitmotivs y las melodías en las bandas sonoras de los grandes estudios. Se culpa mucho a figuras particulares, como Zimmer, a pesar de que siempre ha sido un compositor que se ha apoyado fuertemente en los leitmovits (Gladiator o The Lion King dan fe de ello), pero la realidad es que se trata de una estrategia comercial que aboga por una simplificación de los elementos cinematográficos y que no se circunscribe únicamente a la música: afecta igualmente al guion, los efectos de sonido y, en muchos casos, al uso restringido de los planos.

Todo esto ha llevado a un escenario en el que los defensores de las bandas sonoras tradicionales, con uso de leitmotivs, se llevan las manos a la cabeza y claman al cielo. ¡La melodía ha muerto!, se lamentan. Forma parte de una frase más genérica: El cine ha muerto. Pero, ¿es esto verdad? ¿Ya no existen melodías en las bandas sonoras, son todo texturas de fondo y sonidos graves, efectos sonoros atonales de drones? Particularmente creo que no, y considero que el error estriba en que se toma la parte por el todo: existe una tendencia a considerar que Hollywood (la parte) es el único escenario donde se realizan productos audiovisuales (y con ellos, bandas sonoras) que existan. Hay una especie de dualidad: está Hollywood y está todo lo demás, que es casi indie. Pero la realidad es que Hollywood no es solo una parte, sino que cada vez es una parte más pequeña, con una identidad cada día más comercial (ahí tenemos Avatar: The Way of Water, un espectáculo audiovisual con un guion bastante cuestionable) y un modelo industrializado basado en una estética y un estilo de hacer cine muy determinado.

Es cierto que la globalización cultural ha hecho que muchos productos se parezcan a Hollywood y traten de imitar ese modelo de éxito, pero también que ha logrado una mayor permeabilidad de otras culturas que también su nicho y que, en muchas ocasiones, tienen muchísimo éxito. El cine europeo, el cine oriental, el cine latinoamericano… tienen un nicho cada vez más amplio, y casi todos ellos, al menos aquellos que no tienen un sonido marcadamente hollywoodiense, se carácterizan por el uso de leitmotivs y melodías más que abundantes en sus bandas sonoras. Por lo tanto, la afirmación de que la melodía ha muerto y está desterrada de los medios audiovisuales es falsa. Un buen ejemplo son los animes, el estilo de animación japonés (que no género) en el que encontramos series y películas que van desde el thriller o el terror al realismo mágico, la fantasía, el deporte o hasta los bailes de salón. Y la práctica totalidad del anime, quitando unos pocos ejemplos, se caracteriza por el uso de la melodía y los leitmotivs como soporte narrativo y como característica estética fundamental de la obra. Es más, los propios opening de los animes, canciones tremendamente pegadizas que van desde el rock al J-pop, se basan en el uso de las melodías, y existe una tradición sinfónica y con gran importancia de la melodía en los compositores japoneses más destacados, ya sean veteranos como Hisaishi o compositores más bien jóvenes, como Hiroyuki Sawano (con su espectacular trabajo en Shingeki no kyojin). Obras de gran éxito comercial, como S?do ?to Onrain (Yuki Kajuira), Shin seiki evangerion (Shiro Sagisu) o Kuranado (con varios compositores) se caracterizan precisamente por un uso constante de la melodía como eje de la banda sonora.

Que Hollywood tenga otro enfoque más homogéneo e incluso enlatado no significa mucho, puesto que es algo que parece estar afectando a una visión industrializada y bastante sesgada de ese sector de la industria en el que algunos hombres que fuman puros han decidido que los oyentes son indigentes mentales y serían incapaces de procesar que una película de dos horas tenga tres o cuatro leitmotivs. Además, el mundo audiovisual ha cambiado: hoy en día los videojuegos facturan más que el cine, exceptuando casos como Avatar, y muchas series tienen más visualizaciones que varias de las películas más vista de cada año. Si preguntamos a un veinteañero si conoce la banda sonora de algún blockbuster reciente es posible que no sea capaz de tararear ninguna (yo apenas recuerdo alguna), pero seguro que si se le pregunta por Game of Thrones será capaz de cantar sus títulos de crédito a la perfección. Es más, discutible o no, los títulos de crédito de Game of Thrones han sido también los de House of Dragon, una decisión más que intencional de utilizar un elemento estético-musical para vertebrar su universo. Desde hace ya un par de décadas las series de televisión han aumentado su presupuesto y su cuidado de las bandas sonoras, obteniendo resultados encomiables con muchísimos leitmotivs, como pudimos ver en los maravillosos artículos de Ignacio Marqués sobre el trabajo de Bear McCreary en The Rings of Power. Las melodías son seña de identidad de muchas series y de muchos personajes en las mismas, por mucho que su uso en Hollywood esté ciertamente restringido.

En los videojuegos esto es aún más exagerado: es francamente difícil concebir Uncharted, God of War, la saga de Ori and…, Star Wars: Jedi fallen order, Horizon, Final Fantasy, Zelda: breath of the wild, Assassins Creed, The Witcher… sin sus bandas sonoras, algo que también ocurre en juegos como Call of Duty (con su característico sonido heroico de la escuela americana), un juego bélico con melodías muy características, algo mucho más difícil de ver en Hollywood. Y, más allá de que algunos formen parte de una saga, son videojuegos modernos, de los últimos tres o cuatro años de Hollywood y que han vendido cientos y cientos de millones de copias en conjunto.

Es evidente, por tanto, que la melodía no ha muerto, por mucho que Hollywood parezca dedicido a centrarse en bandas sonoras puramente texturales: hay todo un mundo musical fuera de Hollywood donde los leitmotivs y las melodías viven su mejor momento. No dejemos que los árboles (Hollywood) nos impidan ver el bosque de melodías que ocupan buena parte de los productos audiovisuales, incluyendo los dirigidos al gran público.

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