Es muy importante señalar que el documental Hans Zimmer: Hollywood Rebel (22), dirigido por Francis Hanly y emitido por la BBC, tiene a Hans Zimmer como productor asociado, lo que le vincula estrechamente a esta creación y aleja el documental de lo que sería un retrato periodístico objetivo y hecho desde la distancia. Pero pese al riesgo de convertirse en un material de autocomplacencia, de propaganda o incluso loatorio y hagiográfico este es un documental que aprovecha al máximo sus sesenta minutos para informar y también para formar.
El documental cubre dos grandes áreas, ambas con excelencia: la biográfica y la profesional. Respecto a la primera, Zimmer explica lo que ya ha relatado en otras ocasiones (como por ejemplo en su master-class, que desgranamos en nada menos que once artículos): su infancia en Frankfurt, la temprana y traumática muerte de su padre, sus complicaciones escolares (fue expulsado de ocho colegios por no someterse a la rígida disciplina teutónica) o la severidad con la que fue tratado por sus profesores de piano cuando solo tenía seis o siete años: aún hoy, si se pone delante mío una partitura comienzo a verla borrosa y desenfocada, comenta a propósito del trauma. Prosigue con sus años en Inglaterra, sus comienzos tocando en locales de strippers y sus primeros trabajos ayudando a Stanley Myers, de quien se siente en deuda.
Fue a partir de la oferta de Barry Levinson para hacer la música de Rain Man (88) que su carrera se disparó. En cuanto llegó a Estados Unidos y vio lo atrasados que estaban en tecnología se convirtió, tal y como le definen en el documental, en alguien que ha roto todas las reglas sobre cómo componer música para las películas. Es una afirmación estrictamente cierta: para bien y para mal -de ambas hay- con Zimmer hay un antes y un después en la música para el cine.
El documental hace hincapié en la importancia del equipo y de dar oportunidades a los emergentes: de la factoría Zimmer han salido compositores de la talla de John Powell o Harry Gregson-Williams, quienes aparecen comentando sus experiencias. No es algo que no sepamos ya, pero es muy importante -y estimulante- que lo sepan las audiencias normales que desconocen lo que hay detrás de las bandas sonoras. Y es en este punto educativo e instructivo donde el documental logra sus mejores propósitos, teniendo muy en cuenta la audiencia a la que se dirige. La música de cine no es poner música a las imágenes -esa simpleza que suelen afirmar los que no saben lo que es la música de cine-, ni solo es generar emociones: Zimmer es rotundo al explicar que su oficio consiste en explicar historias, hacer narrativa, construir y modular personajes desde la música, y es es rotundo al defender el oficio del compositor de cine como el de un cineasta. Y, en su caso, además, que se lo hace pasar estupendamente bien.
Las intervenciones de Denis Villeneuve, Steve McQueen, Christopher Nolan o James L. Brooks sirven para aportar distintas perspectivas que enriquecen el documental. Asimismo, se muestran las estancias de Remote Control y su famosísimo despacho. La BBC acierta al haber hecho este documental, sería bueno que vinieran unos cuantos más.