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MICHEL LEGRAND EN BARCELONA

12/11/2016 | Por: Conrado Xalabarder
CRONICAS

Ayer 11 de noviembre, y por vez primera en su vida (profesional y personal) el compositor francés Michel Legrand ha visitado Barcelona para participar en un concierto con el Michel Legrand Trio en el espectacular escenario del Palau de la Musica, Patrimonio de la Humanidad. Ha sido dentro del marco de actividades del 48 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona y con Legrand al piano, Pierre Boussaguet con el contrabajo y François Laizeau en la batería ofrecieron un recital de aproximadamente 90 minutos con música cinematográfica pasada por el filtro del jazz, y temas que no eran de cine, pero originales del compositor.

A sus 84 años, Legrand es un venerable anciano en el caminar y en el hablar que se transforma en un enérgico joven ante el piano. Su vitalidad y la fortaleza de su música quedó mostrada y demostrada en cada una de las piezas que se tocaron, algunas de ellas con más de cincuenta años de antigüedad pero que siguen siendo frescas y radiantes, al contrario que tantas músicas recientes que  envejecen rápidamente. Y es que Legrand no es solo un compositor legendario que aún vive y que afortunadamente sigue componiendo, que también es eso. Es un referente indiscutible para entender buena parte del cine de los sesenta y setenta, porque él, como otros, ha sido cineasta donde otros no han podido ser más que músicos.

Es fácil demostrarlo con un solo ejemplo: Les parapluies de Cherbourg (64), monumental obra maestra construida a cuatro manos: las suyas y las de Jacques Demy, en absoluta igualdad de relevancia y una de tantas evidencias de que la música de cine puede ser arte y no solo artesanía, como he comentado en editoriales recientes. De esta película Legrand cantó Je ne pourrai jamais vivre sans toi, una de las más bellas canciones románticas jamás escritas para el cine. Lo hizo no desde la exaltación y la emoción sino desde la austeridad y el recogimiento de su voz y el piano, lo que resaltó aún más la esencia tan grande de ese tema.

Fue el epílogo de un concierto que de todos modos resultó algo irregular. La mezcla de temas de jazz y versiones jazzísticas de temas cinematográficos no fue presentada con la continuidad, evolución o armonía de la que se espera en un concierto arreglado para ser un concierto. Más bien fue un recital jazzístico con apariencia de ser improvisado y que sería fenomenal escuchado en un sitio más ad hoc, tipo un local musical o hasta un antro, pero con un ambiente bien diferente al del Palau. Las luces multicolor que se dispusieron al efecto para generar ese entorno de calidez eran más propias de una boite o discoteca que de un sitio para escuchar jazz, y eso fue un contraste no del todo acertado.

En los temas propiamente jazzísticos que interpretó hizo varias referencias a los genios con los que tuvo la suerte de poder trabajar, como Duke Ellington, Miles Davis o Count Basie. No había programa de mano y por tanto, no siendo yo experto en música de jazz, no puedo dar detalles de cuándo fueron escritos y sus contextos. Pero parte del público asistente -los aficionados al jazz- sí las reconocían a las primeras notas y las celebraron. Eran temas, como lo son muchos del jazz, vibrantes y enérgicos, y he de señalar la excepcional labor en todo el concierto del batería.

Legrand y el cine. Aparte de Les parapluies de Cherbourg, se escucharon arreglos de las canciones The Windmills of Your Mind (The Thomas Crown Affair), What Are You Doing the Rest of Your Life? (The Happy Ending) o una fenomenal versión de la Maxence chanson, de Les demoiselles de Rochefort (69), otra de las grandes creaciones del compositor con Demy y que hay que reivindicar. También sonaron versiones de Summer of ‘42 (71) y de Dingo (92). Todas ellas, bien recibidas por la audiencia. Me hubiera encantado escuchar una de mis canciones favoritas del compositor, Pieces of Dreams (del filme homónimo), pero tendrá que ser en otra ocasión!

Un concierto muy agradable que en cualquier caso ha llenado el auditorio de más música con tres instrumentos que muchos otros con orquesta sinfónica. Y es que Legrand es un hombre viejo que ha creado música que no ha envejecido nada.

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