La XV edición del Festival de Música de cine de Tenerife (FIMUCITÉ) arrancó el 17 de septiembre con conciertos a los que no pudimos asistir, pero que están disponibles para ser vistos en estos enlaces:
Esta edición he sido amablemente invitado por el festival para participar como ponente en una charla que tendrá lugar mañana, y naturalmente poder estar presente en los conciertos que, en las crónicas de hoy y de mañana aquí comentaré.
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VOCES POR GARCÍA ABRIL
FIMUCITÉ ha querido y sigue queriendo mucho a Antón García Abril, y cuando alguno de sus responsables habla de él, se emociona. Debió ser una gran persona, yo no lo llegué a conocer personalmente salvo en una ocasión en que lo saludé y no creo que estuviese más de dos o tres minutos intercambiando impresiones con él.
El pasado 17 de marzo falleció a la venerable edad de 87 años, dejando tras de sí un legado admirable de músicas para el cine y la televisión. Le dediqué el editorial Un compositor de oro puro, publicado el mismo día. Los editoriales son espacios donde uno se expresa desde la razón o el corazón, para bien o para mal, y en casos como este intenta -como buenamente puede- sintetizar en escasas palabras lo que representa la figura homenajeada. Pues bien, el concierto de anoche vino a ser una suerte de editorial firmada por FIMUCITÉ en la que quisieron sintetizar su respeto y admiración por la música del compositor. Podían haberlo hecho añadiendo un pequeño sitio en el concierto de esta noche o de mañana que se dedicarán a Ennio Morricone, pero han preferido asumir todos los riesgos imaginables y llevar una selección de su música de la orquesta al coro, un coro de voces masculinas y femeninas que, aunque con apoyo instrumental, cargó sobre sus espaldas el peso de una música que no había sido pensada para ello, pero que no solo sobrevivió sino que se transformó en una experiencia que, con una sola excepción, resultó mucho más que mágica.
En el hermoso e íntimo marco del exconvento de Santo Domingo, en La Laguna (imposible concebir mejor lugar para este evento) el Coro Polifónico de la ULL, dirigido por Julio Chinea Pedraza, y acompañado por dos pianistas (Satomi Morimoto, Emiko Morimoto) y un guitarrista (Samuel Delgado) en alguna de las piezas, arrancó con un homenaje al recién fallecido director Mario Camus (ya estaba programado antes de su muerte, así que fue un homenaje oportunísimo) con temas de Los camioneros (73) y La colmena (82), que resultaron un buen punto de partida para iniciar este viaje musical y emocional. A continuación se avanzó (hacia arriba) con las músicas de Réquiem por Granada (90) El crimen de Cuenca (80) y Los desastres de la guerra (83), todas ellas de sentido dramatismo, y luego la explosión de lirismo de las populares Segunda enseñanza (86) y Anillos de oro (1983), ejecutadas de modo absolutamente impecable, como magníficas fueron las rendiciones a las cálidas La lozana andaluza (75) y Monsignor Quixote (87), con voces y guitarra.
Tras una breve pausa en la que se emitió un fragmento de un reportaje televisivo dedicado al compositor, se entregó el premio honorífico, Premio Antón García Abril, a Miguel Ángel Ordóñez, crítico musical y cinematográfico director y fundador en 2005 de la página web Scoremagacine -inactiva desde hace años- y redactor de la sección de música para el cine en la revista Scherzo. En 2018 produjo para el sello Quartet Records la edición discográfica de la mítica serie de televisión El Hombre y la Tierra y ha colaborado como asesor y en la confección de este programa del concierto coral dedicado al compositor turolense. Hasta donde yo sé, creo que es la primera vez que se homenajea públicamente a alguien dedicado a la no siempre reconocida labor de difusión de la música cinematográfica. Lo aplaudo. Ordóñez no pudo estar presente pero hizo llegar estas palabras:
"Para empezar me gustaría pedir disculpas por no poder estar hoy con todos vosotros en este evento único. Espero que estéis disfrutando del concierto así como de la maravillosa música compuesta por el maestro García Abril. Sospecho que el gran honor que supone para mí recibir este premio, uno de los hitos de mi carrera y la primera vez que el festival reconoce la labor de un humilde crítico y estudioso infatigable de este noble arte, se lo debo en una parte muy importante a él.
Llevo casi 20 años ligado estrechamente a la divulgación de la música cinematográfica. Un largo trecho del que una tercera parte llegué a compartir con Antón. Le conocí hará siete años en la casa futurista construida por su hijo, donde residía. Me había plantado allí con motivo de una entrevista para la Revista de la Academia del cine español. Él llevaba ya tres décadas alejado del cine, pero con mi pasión logré que ese olvido se transformara en renovado interés. A esa visita siguieron muchas otras y varios proyectos en común. La Medalla de la Academia, el homenaje de FIMUCITE y la edición de su música para El hombre y la Tierra renovaron los votos del matrimonio que Antón contrajo con el cine a lo largo de cuatro décadas, quizás las más importantes de su vida.
Este año nos dejó el maestro y el amigo. Los que pudimos conocerle le seguimos echando mucho de menos, pero es sobre todo la música quién más le extraña. Su compañera de vida. Gracias a FIMUCITE, esta noche el maestro y su musa vuelven a reencontrarse. Quiero agradecer a Pedro, Diego, Ana y a todo el equipo del Festival este maravilloso galardón, pero sobre todo me gustaría resaltar vuestro empeño, contra viento y marea, a la hora de conseguir que esos maestros que ya no están junto a nosotros nos sigan hablando a través de su música. Gracias por otorgarles la inmortalidad"
La segunda parte se abrió maravillosamente -en vuelo ascendente- con las esplédidas Fortunata y Jacinta (80) y el western Texas, addio (66), pero lo mejor del concierto fue el extraordinario pupurri de temas de terror que giraron sobre los dos grandes ejes dramáticos sobre los que solían girar muchas de esas películas en lo musical: el terror (la situación) y la tristeza/dolor/melancolía (la razón), un diálogo intermusical que hizo realmente mágico y sublime los minutos en los que la noche se llenó con las músicas de La noche del terror ciego (72) El ataque de los muertos sin ojos (73) La noche de Walpurgis (70) Las garras de Lorelei (72) y Dr. Jekill y el Hombre Lobo (72)
El tramo final fue el menos conseguido, aunque ni de lejos por ello fue malo. Ni Sor Citroën (67) ni muy especialmente El hombre y la Tierra lograron sintetizar ni transformar la fuerza de ambas músicas en versiones igualmente robustas. A la primera le faltó algo de gracia -pero la tuvo-, y a la segunda la ausencia de percusiones jugó bastante a la contra. No todo es trasladable al coro ni toda la esencia ni el aura de una música puede reproducirse a esa escala.
Pero no fue un final que desmereciera el resto. Probablemente planteada El hombre y la Tierra como punto de partida y no de llegada (hubiera sido mejor Sor Citroën cerrando el concierto) la experiencia hubiera sido absolutamente redonda. Pero la experiencia, incluso con ello, fue... absolutamente redonda. Solo es un matiz, nada más.
Puedes ver el concierto aquí.