Cuatro jóvenes inadaptados adquieren extraños poderes y deben aprender a controlar sus nuevas habilidades y trabajar en equipo para salvar al mundo de un maléfico personaje.
Banda sonora con una combinación en principio bizarra, pero que viendo los resultados tiene plena justificación: Beltrami cumple con las exigencias que tiene un filme de estas características, en el énfasis y la dinamización de la acción, y la fortaleza melódica destinada a potenciar lo épico. En una perspectiva diferente, Glass aporta un tono más filosófico, incluso místico, que resulta óptimo para meter la música en el interior de los personajes, expresar sus motivaciones, mientras la de Beltrami es generalmente exterior. La música de Glass, con su inconfundible estilo, aporta clase y distinción, es muy elaborada y contribuye a dar a esta banda sonora una personalidad propia y bien marcada, que la aleja considerablemente de las músicas industriales usuales en el género. Pero lo mejor y más acertado es que Beltrami y Glass no viajan por separado en el recorrido musical en este filme, sino que se fusionan para que la música exprese ambos elementos a la vez: acción y explicación. Con más de cuatro momentos fantásticos que hacen muy perdonables otros más convencionales.