Secuela de Chinatown (74), en la que el detective privado Jake Gittes se inplica involuntariamente en un asesinato y debe investigar a su propio cliente.
En esta secuela, el compositor marcó distancias respecto a lo que Jerry Goldsmith había hecho en el anterior título y eludió lo jazzístico en beneficio de un tono más moderno en la música, si bien con el mismo cariz evocador del género del cine negro. Sustancialmente atmosférica, la partitura incide en lo intrigante y el suspense, con algunos momentos románticos no del todo desarrollados. Se acompaña de Wild Bill (95).