Una familia unida ve su felicidad truncada cuando el hijo muere en un accidente de submarinismo e intentan sobrellevar su dolor.
En su cuarta colaboración con Manni Moretti, el compositor crea unas hermosas y tranquilas melodías que dotan y refuerzan el filme de encanto y un dramatismo tan sentido como contenido, en una constante evocación. Aplica un tema genérico que funciona a modo de definición de la familia, muy sencillo y retentivo, y lo emplea tras la muerte del hijo como referente de sus intentos por normalizar sus vidas. Se acompaña de fragmentos de las bandas sonoras de Caro diario (94), Palombella rossa (89) y La messa è finita (85).