Cuarta entrega de Scream (96). Diez años después de la última tanda de crímenes, la protagonista se ha convertido en una escritora de éxito y vuelve a su pueblo para la promoción de su nuevo libro. Allí la espera Ghostface.
Poco ha cambiado la implicación del compositor con la saga desde el primer título hasta este cuarto que viene a ser mucho más de lo mismo, sin apenas innovaciones y con la reiteración de recursos que, ya por muy empleados, resultan poco interesantes. Es, naturalmente, una obra eficiente y funcional, mantiene bien su tono moderadamente decadente y puntualmente gótico, pero si se esperaba un giro o alguna sorpresa, no la hay.