Narrativamente, primera entrega de la saga de Star Wars (77), pero realizada más de veinte años después que aquella mítica película. En esta ocasión, se centra en episodios de la infancia de Annakin Skywalker, quien muchos años después será el malvado Darth Vader, y que aprende bajo la tutela del también joven Obi Wan Kenobi.
Como en la película, la música retrocede en el tiempo para situarse en una posición previa a Star Wars (77) y reduce los rasgos épicos para incidir en lo místico y religioso, a partir del uso de coros y de un cántico en sánscrito, cuyo espíritu domina la mayor parte de la partitura.
El tema de las galaxias abre y cierra el filme, pero los otros temas que tanto destacaron en las anteriores entregas quedan aquí meramente apuntados, dado el carácter de precuela de este filme. Concretamente, el tema de Darth Vader y el del Imperio, señalados pero no desarrollados, ya que los personajes que los representan no existen todavía como tales. Hay dos leit-motiv originales de esta precuela, que son los dedicados a la reina Amidala (y a su pueblo, los Naboo), y a Jar Jar (y a los Gunga). El primero, noble y majestuoso aunque grave y el segundo simpático y misterioso.
El atípico orden de filmación de toda la saga llevó al compositor a cometer un inevitable error de coherencia: el tema de Darth Vader, que apareció por primera vez en The Empire Strikes Back (80), es aquí también apuntado. En orden argumental, es absurdo que este tema no se haya escuchado en Star Wars (77), al menos cuando toda la serie esté completa y se pueda ver seguidamente.
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