Esta semana se ha estrenado el documental Los intocables de Carles Cases (24), cuyo bienintencionado título tiene un reverso oscuro del que se ha de hablar. La película, de Matías Boero Lutz, es excelente. Repasa la trayectoria de Carles Cases en tres bloques de media hora: el primero dedicado a sus primeros años y su asociación con Lluís Llach, el segundo su carrera en el cine y el tercero su hundimiento y el comienzo de una afortunada recuperación. Cases es un compositor extraordinario, uno de los mejores de nuestro país, pero ha sufrido una falta de reconocimiento brutal en España y especialmente en Catalunya. Este documental muestra sus claroscuros, no es hagiográfico ni esconde aspectos delicados aunque tampoco expone todas las razones por las que dejó de hacer cine, siendo la principal que se explica su ruptura con Ventura Pons tras diecisiete películas y por decirle que no le gustaba su cine:
Es cierto que yo le reía todas las gracias. Quiero decir, que: 'sí señor, sí señor'. Nunca fui yo mismo, el Carles que dice: 'Eh, hasta aquí hemos llegado'. Con él eso no lo practiqué, con él practiqué el 'sí señor', igual que hacen la mayoría de los compositores: 'sí señor' y todo eso. Y el día que no le dije 'sí señor' se acabó, se acabó la relación tanto en lo personal como en lo profesional.
Es posible que esa haya sido una de las razones pero seguro que la ruptura, que en el documental se compara con la de Herrmann/Hitchcock cuando no tienen absolutamente nada que ver, no es la explicación. En primer lugar porque no ha sido el único de su generación en dejar de hacer películas (Ángel Illarramendi, Eva Gancedo...), lo que tiene que ver con el hecho de que sus directores habituales hayan dejado de hacer películas. En segundo lugar son importantes la actitud y la diplomacia frente a opiniones de quienes no son compositores pero tienen algo que decir sobre la música que están pagando. Es algo profundamente irritante, doloroso y afecta a casi todos los compositores, pero es un peaje por el que hay que saber pasar y aceptar, y nada hay más perjudicial que tener la etiqueta de compositor conflictivo y no fácil. Carles Cases, que está muy por encima de la gran mayoría de quienes trabajan actualmente, es visto con recelo en la profesión: cuando se me han pedido sugerencias de compositores y he mencionado su nombre -y lo he mencionado varias veces- esa ha sido la respuesta que he obtenido. Da exactamente igual que pueda ser el mejor músico: un carácter difícil cierra más puertas que las que abre el mejor de los talentos.
No sin razón Cases expone que la americanización de los modos de hacer música en Europa perjudica el tipo de música con la que él se significa, pero hay aún mucho cine que necesita de los caviares musicales que él elabora. Eso sí, hay que saber moverse para llegar a ese cine, y creo que Cases, como otros compositores de su nivel, no ha sabido moverse ni venderse, ni buscar sus clientes potenciales. Tampoco ha sabido encontrar a quienes lo hagan por él porque en el mercado europeo hay directores que estarían encantados de contar con su música en sus películas pero la realidad es que nadie conoce quién es Carles Cases. Si este documental ayuda a reabrirle las puertas será maravilloso porque el cine necesita música de la calidad que oferta Cases.
EL GRAN ENGAÑO
Y ahora lo peor. Nadie más va a señalarlo por cobardía, por preferir malabarismos circenses para justificar lo injustificable o por puro desconocimiento, pero hay algo inaceptable que voy a denunciar sobre este documental, por una cuestión de principios elementales. Algo que además viene sucediendo nada menos que desde la primera película del compositor, Havanera (93): la apropiación de un tema musical de Ennio Morricone de The Untouchables (87), sin acreditarle. Concretamente, este tema que Cases versiona así en la banda sonora, o así en uno de sus muchos conciertos. Sea plagio o sea homenaje, versión o arreglos, la autoría de Morricone es tan evidente que obliga a ser acreditada. Ya en su momento, hace muchísimos años, le dije que no la tocara en sus conciertos sin citar a Morricone pues mucha gente pensaría que era música suya. Pues bien, hace unas semanas el director de la película tuvo la gran gentileza de invitarme a participar en una tertulia tras el estreno del documental, lo que le agradezco públicamente. Le contesté que antes quería ver el documental. Ni me contestó. Debió pensar que yo era arrogante pero lo que fui es cauto y prudente. Y acerté para fortuna suya porque la tertulia podría haber resultado muy movida: en el documental vuelve a sonar este tema durante una charla con un amigo y tocada en el funeral en memoria del sacerdote Pere Casaldáliga. Es música de Ennio Morricone, no es de Carles Cases. Creo que si Cases reivindica para sí mismo la integridad artística del compositor debería respetar la ajena. Me pregunto qué pensaría si otro músico interpretara en sus conciertos o incluyera en una banda sonora uno de sus muchos maravillosos temas haciéndolo pasar como propio. Quizás sean con este tipo de comportamientos con los que las puertas del cine también se cierran.
Pero hay más: en la escena final del documental Cases toca otro tema de Morricone (sin acreditar), uno de Once Upon a Time in America (84) en una escena especialmente emotiva por la participación de su madre leyendo un poema. Tiene lo suyo que un documental sobre el músico y compositor Carles Cases y con la presencia de su madre se cierre con música de Morricone (sin acreditar), puede haber sido una torpe decisión del director, pero ni eso justifica que no se mencione a Morricone. Desde luego no puede alegarse que se trate de una música que todo el mundo conoce e identifica con Morricone porque muchísima gente no la conocerá e identificará erróneamente con Cases, y las autorías se han de acreditar. Y hay aún algo peor: en créditos finales aparece la lista de temas interpretados por Carles Cases, sin mención alguna a Morricone. ¿La productora del documental es conocedora de esto? ¿Sabe a lo que se expone si quienes llevan -y muy rígidamente, por cierto- los derechos de las músicas de Morricone se enteran?. ¿Carles Cases no les ha avisado ni indicado que esas dos músicas no eran suyas? Los responsables de la omisión de Morricone en créditos son en todo caso la productora y el director.
Cases no tiene ninguna necesidad de recurrir a Morricone, es un sinsentido, tiene un vasto repertorio propio digno de ser admirado y celebrado, pero apropiarse de un tema ajeno y pasarlo como propio sería más comprensible hecho por un mediocre que no por un genio. En cualquier caso, los intocables no son de Carles Cases. Son de Ennio Morricone.