En el remake de The Lion King (94), que se estrena hoy en España, aparenta como si Hans Zimmer hubiera querido recuperar, cual Simba, el control sobre un territorio arrebatado por Elton John. Esta es otra más de las películas que Disney vuelve a producir con nuevos formatos y para nuevos públicos. Algunas reutilizan la música original de modo amplio y en esta en particular el compositor ha decidido marcar diferencias con respecto a la original.
Hasta ahora se planteaban los remakes con músicas completamente diferentes a las originales y con otros compositores, como Alice in Wonderland (10) Cinderella (15) The Jungle Book (16) o Dumbo (19), en las que las bandas sonoras de Elfman, Doyle o Debney aprovechaban las músicas más señaladas de las originales para integrarlas en sus creaciones, sustancialmente originales. También se ha dado el caso de recuperar la música en su integridad, con arreglos, como hizo Alan Menken -con canciones nuevas añadidas- en Beauty and the Beast (17) o Aladdin (19), en ambos casos con resultados que no han logrado eclipsar las películas originales. Pero hacer un remake de la música no es patrimonio de la Disney, aunque en verdad son escasísimas las ocasiones en que se ha hecho, como con las músicas de Bernard Herrmann en Cape Fear (92) de Martin Scorsese y en Psycho (98) de Gus Van Sant, que contaron con arreglos de Elmer Bernstein y Elfman, respectivamente.
Siempre he tenido la impresión -y es una impresión personal, quizás equivocada- de que Zimmer no ha estado del todo a gusto compartiendo créditos con Elton John, no solo porque durante muchísimos años la banda sonora ha sido, a ojos del gran público, más del cantante británico que del compositor alemán, pero sobre todo porque las canciones solo tienen la autoría del primero a pesar de estar claramente impregnadas del estilo zimmeriano: es conocido el trabajo no reconocido de Mark Mancina, que en justicia debía haber compartido créditos y premios. De alguna manera aparenta que en esta segunda oportunidad, Zimmer ha querido hacer más suya (y menos de Elton John) la película, y lo ha hecho poniendo en marcha un principio sobre el que el compositor no para de insistir: el darle una experiencia a los espectadores. Es algo en lo que incidió casi insistentemente en la breve conversación que mantuve con él hace unos meses y es algo que, en realidad, deberían suscribir todos los compositores pues se trata de implicar a la audiencia, no solo hacer una película al margen de o indiferente a ella, que también podría ser aceptable, según los supuestos. En todo caso, es el propósito no solo de compositores sino de directores, montadores, directores de fotografía...
En este filme en particular, el propio Zimmer ha comentado que aceptó participar para hacer sentir (a la audiencia) como si estuvieran además de viendo una película también en uno de sus conciertos multitudinarios y espectaculares. No es ni una banda sonora enteramente nueva, ni tampoco copiada de la original, versiona las canciones y temas preexistentes y aporta nuevos. No he tenido ocasión de ver la película, lo que haré en breve para poder comentar la banda sonora, pero escuchando el CD me da la sensación que Zimmer ha querido imponerse a Elton John y reivindicar su autoría. No sería de extrañar.