El libro George Duning. El compositor de los estudios Columbia (Editorial Rosetta. 2017) es un libro suicida, tanto desde la perspectiva de su autor, J.D. Romero Mora, como de su editor, Antonio Piñera. Uno por devocionarse a un compositor del que casi nadie se acuerda, que a casi nadie interesa y que con práctica seguridad seguirá siendo olvidado y no despertará interés en la mayoría de la gente. El otro, el editor, porque no se ha lanzado a publicarlo bajo el amparo de una institución pública, patrocinios, universidades o festivales, sino a cuenta de una inversión económica privada que probablemente no podrá recuperar. Y, además, en castellano y no en inglés. Es un libro suicida, sí, pero es también valiente por su contenido. George Duning se emocionaría vivamente si pudiera leer el tributo riguroso, sentido, serio y también apasionado que se le hace en sus 200 páginas.
Quienes llevamos muchos años navegando a la búsqueda de nuevos horizones por el Océano de la música de cine sabemos muy bien que el territorio es inabarcable, al menos para quien quiera llegar a profundidades y no nadar en la superficie. La música de cine puede estudiarse, y explicarse, desde la perspectiva histórica, filmográfica (de compositores o directores), de géneros de cine o estilos musicales, desde el análisis musicológico, la publicación discográfica y por supuesto la más importante: su vertiente de uso y creación cinematográfica. Yo me dedico en exclusiva a esta última (el funcionalismo) y puedo asegurar que no tengo tiempo para nada más.
El autor incluye las perspectivas principales, aunque no necesariamente de modo equilibrado. Es muy reconfortante que no explique el trabajo del compositor por lo que aparece en un CD sino por lo que hay dentro de la película. Tampoco se limita a citar dónde aparece la música y transmitir las emociones que genera sino a explicar qué suma a la construcción narrativa del filme, que es exactamente el destino de cualquier música que se haga para el cine. Es prolijo en detalles -el plato fuerte es la parte histórica, también la anecdótica- pero en otros aspectos se queda algo en la superficie. Es un poco lo de quien mucho abarca poco aprieta y este es uno de los poquísimos reproches que se le pueden hacer a este fenomenal libro, pero por las circunstancias se excusa de modo rápido: la obra de Duning abarca casi 300 títulos y con el enfoque dado y lo prolijo que es en detalles necesitaría como poco 800 páginas, algo inasumible para la editorial y que además sería veneno para las ventas: Duning no es Williams o Morricone!
Es un libro bien estructurado y justo en su reparto de espacios: Romero Mora trata a cada uno de los títulos comentados con equidad, aprecio y aunque dándoles más sitio a filmes obvios (tipo Picnic, From Here to Eternity o 3:10 to Yuma), ninguna película es ninguneada. Bien al contrario, el autor demuestra con hechos el ingente esfuerzo que ha supuesto ver esas películas -muchas de las cuales con casi probabilidad nadie más verá- para explicarlas desde dentro, como si fueran tan importantes como las más importantes.
Se apoya en muchas citas y declaraciones que complementan o adornan sus estupendas explicaciones, aunque -y este es el único error que es inaceptable- ninguna de ellas está referenciada bibliográficamente, algo que es fundamental para ayudar al lector que quiera estudiar/aprender y no solo leer/entretenerse con el libro, para poder consultar esas fuentes y ver el contexto. La bibliografía en el apéndice no subsana la omisión.
En un plano distinto, es falsa la afirmación del autor: La música incidental (...) es la música cinematográficamente 'auténtica', y se define directamente en contraste a la diegética o realista, cuya fuente sí es visible (...) desempeñando una función de ambiente (p. 33). La música diegética es y puede ser tan auténtica como la incidental, y de hecho podría afirmarse que es incluso más auténtica, si no omitimos que en abundantes ocasiones es además música original. El autor cree erróneamente que la fuente de la diégesis ha de ser visible, y no es así: puede no verse (el piano tocando el Para Elisa de Rosemary's Baby!!!), basta con que se sepa que los personajes están oyendo o escuchando esa música. Y, por supuesto, afirmar que la función de la diégesis es ambientar es ya una blasfemia en toda regla: el poder dramático y narrativo que se ha logrado con la música en diégesis (Apocalypse Now, The Man who Knew Too Much, Grand Piano) debería hacer reconsiderar al autor algunas apreciaciones sobre las músicas en diégesis en películas como la propia Picnic, entre otras.
Pero una vez dicho lo comentado en los dos párrafos previos solo queda espacio para el elogio y la absoluta recomendación de este monumental trabajo de clasificación, de explicación y también de seducción, pues nada hay más bonito que intentar convencer al lector que vea la película que se comenta y atienda a aquello que se le ha comentado... para que vea el filme de modo inesperadamente diferente. Romero Mora logra cautivar con su elegante redacción, poco dada a la emotividad y mucho a la convicción, y lo hace con un libro que no es de fácil sino de difícil lectura. Porque, como he indicado, no es para leer sino para estudiar. Su gran minuciosidad en datos y en detalles, y con una película tras otra, hace que inevitablemente se produzca saturación, y se pueda perder la atención. Este libro debe ser leído completo, pero si luego con un lápiz se hacen separaciones entre las películas puede ser utilizado, como he indicado, como guía para entrar en el filme de modo diferente. Ninguno de sus comentarios extrae todo lo que da de sí narrativamente la música. Tampoco lo pretende (las 800 páginas imposibles...) pero da pautas, importantes, útiles, y por su seriedad dudo mucho que equivocadas.
No puedo entrar en detalles porque no conozco la obra de Duning tan bien como demuestra conocerla J.D. Romero Mora. Leyéndolo, es evidente que nadie en el mundo la conoce tan bien como él. Probablemente solo George Duning, y seguro que el compositor descubriría cosas sobre sí mismo si pudiera leer este libro suicida que, aunque quizás no despierte el interés entre muchos aficionados, representa un avance de muchas millas en la navegación por el infinito Océano de la música de cine. No es poco, sino mucho.
Nuestra puntuación: 9/10