En el recién inaugurado Club de MundoBSO, en Facebook, y al que os invitamos a entrar, Enrique Díaz planteó la siguiente cuestión:
¿Qué le pasó a Maurice Jarre en la década del los 80? (...) Me pareció un retroceso renunciar al sonido orquestal en buena parte de sus obras de esa década pero conozco a muchos defensores de su sonido moog.... ¿qué piensan ustedes?... y no vale aquello de depende de la peli, hablo en términos generales.
Esto forma parte del que es probablemente el debate más extendido y generalizado en relación a la música en el cine: ¿música electrónica o música orquestal? Es algo que varios de nuestros amigos de MundoBSO nos han planteado y aprovechamos para traerlo al Ágora.
Mi respuesta, en todo caso, nunca sería depende de la película, porque no creo que elegir electrónica o elegir orquesta dependa del filme en sí sino del tipo de filme que quiere hacerse. Imagino que nadie cuestiona la música electrónica, porque sería como negar una parte relevante de lo que es la música en los Siglos XX y XXI, ni tampoco como opción cinematográfica, porque los ejemplos de excelencias son considerables, así que lo que hay que evaluar es su conveniencia. Partiendo de la base que ambas estén bien aplicadas en el filme (requisito principal) yo creo que la música orquestal siempre queda bien y es adecuada, sea cual sea su escenario, y en cambio la electrónica tiene un campo de acción más limitado: la música sinfónica (bien aplicada) difícilmente será cuestionada en un filme de romanos, medieval, en un drama romántico o película futurista, pero la música electrónica sí puede que sea discutida.
Estoy excluyendo las músicas que debiendo ser orquestales son hechas con samplers por falta de presupuesto. Los casos son tristemente frecuentes y hemos visto (y a veces sufrido) bandas sonoras hechas con máquinas que intentan, casi desesperadamente, emular a una orquesta real. Y aunque hay muy buenas librerías musicales, nada puede igualarse al instrumentista que con su talento hace vibrar de emoción al instrumento. Pero son esos supuestos en los que si hubiera habido más tiempo o más presupuesto, no habría habido objeción alguna a dejar el aparato apagado y ponerse frente a la orquesta para sacar de ella la música. Pero de estos supuestos de sustitución forzada ya hablaremos en otro Ágora. Centrémonos en la deliberada decisión de no contar con orquesta y buscar la sonoridad electrónica. ¿Por qué habría que elegir la máquina?
En Blade Runner (82) y en tantos filmes ambientados en el futuro, la música electrónica ha ayudado mucho a generar una ambientación mecanizada, deshumanizada, y cuando en esa música electrónica se inserta melodía, entonces el componente humano y sentimental se dispara y llama mucho más la atención. Pero Star Wars (77), por el contrario, se hizo con música sinfónica y con orquesta real, funcionó estupendamente bien y, aunque no había elemento mecanizado ni deshumanizado, la melodía también disparó el componente humano y sentimental. ¿Qué es lo que marca la diferencia? ¿Podría haberse hecho Blade Runner con orquesta y Star Wars con electrónica? Claramente serían filmes diferentes a tal y como los conocemos, pero podrían funcionar bien, porque otros títulos similares lo han conseguido.
Si lo que comento es cierto, entonces ¿sería conveniente y práctico recurrir a la electrónica porque a la orquesta hay que pagarla y a la máquina no? Sería un sinsentido! ¿Alguien se imagina la saga Harry Potter o una película de Almodóvar hecha con samplers? ¿Y La vita è bella (98)? Creo que una respuesta adecuada al cuándo electrónica sería cuando lo que pueda aportar dé al filme una perspectiva que pueda ser comparada en igualdad de condiciones con la orquesta, y por supuesto en los casos en que abiertamente quiera renegarse del sonido de la orquesta, por la razón que sea. Y si hay combinación de ambas (orquesta y electrónica) habrá de entenderse y deberán ser entendibles las razones. Excluyendo ahora, insisto, las razones fundamentadas en carencias presupuestarias o de tiempo. ¿Qué aporta la orquesta y qué aporta la electrónica en cada caso concreto?.
Es un debate que siempre estará abierto, que creo que es apasionante, que con seguridad no tiene una sino muchas explicaciones, preguntas y respuestas, y que no hay que reducir a una mera cuestión de sonoridad sino elevarlo al nivel de la intención y del resultado obtenido. De las respuestas dadas a Enrique en el Club MundoBSO, destaco algunas:
"Yo soy de los que no les desagrada ese sonido electrónico, quizás Jarre se arriesgó al involucrarse en ese estilo (tal como hiciera Goldsmith entre otros) y no por nada directores/productores siguieron apostando por él (...) Creo que su aventura electrónica fue exitosa si lo piensas desde el punto de vista que aún en ese estilo su sonido es claramente identificable" (Luis Miguel Rojas)
"Demostraba ganas de cambio e interés por las nuevas tecnologías. Muy interesante y con obras maestras como Jacob's Ladder o Mosquito Coast" (Germán Barón)
"Witness la hubiera preferido en versión orquestal. Me gusta especialmente, aunque con importante participación orquestal, Enemy Mine (...) Es una etapa que acumula composiciones de mérito dignas de los mayores elogios con auténticos bodrios alimentarios impresentables" (Joan Bosch)
"Me inclino a pensar que tomaría algunos proyectos como campo de pruebas. Con Goldsmith y Bernstein creo que pasaba lo mismo" (César Cienfuegos)
"Aunque no llegó al nivel de Goldsmith con la electrónica, sus scores en este ámbito fueron muy atmosféricos y personales. A mi siempre me gustarán más sus partituras orquestales pero tampoco está mal esa etapa tech" (Coque Cano)
El debate, ciertamente, está abierto.