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Tras dos años en la Universal, Franz Waxman fue contratado por la MGM y allí permaneció siete años, encargándose de películas como Captains Courageous (37), The Adventures of Huckelberry Finn (39) o la elegante y sofisticada The Philadelphia Story (40). David O. Selznick, quizás recordando el turbador ambiente creado en The Bride of Frankenstein (35) le contrató para el primer filme norteamericano de Alfred Hitchcock, Rebecca (40), para el que escribió una partitura que el propio compositor consideraría como la mejor de su carrera. La música de Rebeca abarca más de dos horas, dominadas por un gran sentido romántico que marcaría el estilo gótico con que el autor definiría buena parte de su obra posterior. Fue una partitura cinematográfica compacta, muy bien insertada, que causó admiración exceptuando a una persona: Alfred Hitchcock, quien, como se irá viendo, nunca acabó de encajar con el modus operandi de Hollywood. Director y músico colaboraron de nuevo en Suspicion (41), donde combinó una partitura entre lo sentimental y lo intrigante, que evolucionaba progresivamente a la par que la sospecha de la mujer hacia su marido. En The Paradine Case (47), por tercera vez, se ocupó de la banda sonora de un filme de Hitchcock. Su participación no se debió tanto a la voluntad del director, como a la Selznick, aquí productor y también guionista. Escribió un lánguido y desesperado tema de amor que luego popularizaría en forma de rapsodia, y que en la película contribuyó a dar el adecuado aire fatalista, aunque con enorme belleza.
Waxman llegó a la Warner en 1943 y se quedó hasta 1948. Puso música a filmes bélicos como Destination Tokyo (43) y Objective, Burma (45), con partituras en las que, más allá de plasmar lo militar, se preocupó de acentuar determinados elementos visuales, como relató a propósito de la segunda:
«En Objective, Burma supe que la música había de ser militar y épica, y que se necesitaría algo oriental para lo concerniente a los birmanos. Pero cuando ví la película me dí cuenta de las posibilidades que ofrecía. Una de ellas fue en la secuencia en la que los paracaidistas saltan del avión para realizar su misión en Birmania. Los ‘zig zag’ que hice con los violines reflejan los movimientos de los que saltan. Los cientos de cuerpos en el aire, descendiendo en diferentes direcciones, me dieron la inspiración para esta figuración con el violín» [CD «Franz Waxman: Legends of Hollywood» (Varèse Sarabande)]
Su cuidado y el amor por el detalle beneficiaron también dos películas protagonizadas por Humphrey Bogart, To Have and Have Not (44) y The Two Mrs. Carroll (47), y también se desenvolvió cómodamente, en su periplo por la Warner, en los melodramas Old Acquaintance (43) y, de modo sobresaliente, en Humoresque (46), en la que contó con la colaboración del violinista Isaac Stern y en la que incluyó piezas de sus propias obras concertistas (una de ellas, Carmen Fantasy). En este período destacan dos largometrajes de suspense psicológico: Possessed (47), que desarrolló con una partitura sustentada en el "Carnaval" de Robert Schumann (que uno de los personajes toca al piano), y Sorry, Wrong Number (48), espléndida película de intriga con Barbara Stanwyck como una mujer que, imposibilitada y postrada en la cama, escucha durante un cruce de líneas telefónico la conversación de dos hombres que planean su asesinato. Waxman escribió una elaborada partitura que dotaba a la película de una poderosa energía. El periplo del compositor en la década de los cuarenta fue, desde luego, apasionante, pero lo mejor de él estaba aún por llegar.
El ruso Dimitri Tiomkin consolidó su estrecha relación con el cine de Frank Capra: la más destacada fue Lost Horizon (37), primera partitura importante en su carrera y la que le permitió mostrar cuáles iban a ser las constantes que marcarían el resto de su obra: la grandilocuencia, el afán majestuoso y los sublimes momentos líricos, como en los westerns Duel in the Sun (46) y Red River (48), dotados de contundentes y bellísimas músicas. Como en Waxman, lo mejor de Tiomkin también estaba pendiente de ser escuchado. Por su parte, Roy Webb siguió durante el resto de los treinta y los cuarenta vinculado a la RKO, con ocasionales trabajos para MGM y United Artists. Fue su período más fructífero, especialmente por la elevada categoría de algunos filmes. Con Jacques Tourneur fue especialmente brillante: Cat People (42), I Walked with a Zombi (43), Out of the Past (47)... títulos en los que la música era como pura neblina, sugerente y sutil, elegante y sombría. Y tanto en The Body Snatcher (45), de Robert Wise, como en The Spiral Staircase (46), de Robert Siodmak, las partituras sirvieron a los propósitos de un horror lento y pausado, que se tomaba su tiempo para desarrollarse, pero que era la diáfana expresión del terror psicológico de los propios filmes. Hasta 1959, siguió trabajando para el cine, en muchos filmes. Pero fueron estos los que le han reservado su rincón en la Historia.